miércoles, 28 de octubre de 2009

CONVOCATORIA A PRESENTACION DE PONENCIAS PARA

PRIMERA JORNADA DE JOVENES
INVESTIGADORES DE LA ELAP
19 – 20 de Noviembre 2009

Se convoca a todas/os los estudiantes de postgrado de la ELAP, a participar en la presentación de ponencias de investigación o ensayos de reflexión crítica sobre la realidad social, política, económica y cultural de América Latina.


Bases para la presentación de ponencias:

Se recibirán propuestas de ponencias que se refieran a investigaciones en curso, especialmente la presentación de trabajos interdisciplinarios.

Los enfoques disciplinarios que se abordarán durante esta jornada son: política, educación, psicología, economía, historia, sociología, estudios culturales y comunicación (entre otros).


Ejes Temáticos:
La jornada contempla el desarrollo de 8 ejes temáticos, cada uno de los cuales serán coordinados por un docente investigador de la ELAP.

Ejes:

1.- INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA
2.- POBREZA, EXCLUSIÓN Y TRABAJO
3.- EDUCACIÓN Y DERECHOS EDUCATIVOS
4.- DEMOCRACIA, PARTICIPACIÓN Y CIUDADANÍA
5.- MUJERES Y POLÍTICA
6.- CULTURA Y COMUNICACIÓN POLÍTICA
7.- HISTORIA, MEMORIA Y MOVIMIENTOS SOCIALES
8.- DESARROLLO Y GOBIERNO LOCAL


Plazos de presentación del resumen

Inscripción y presentación de resúmenes de ponencias: 04 de Octubre al 21 de Octubre 2009

Presentación del resumen:

El resumen de ponencia que se presenta deberá contener lo siguiente:

a) Título de la ponencia
b) Descripción del problema abordado.
c) Nombre del o los autores (máximo dos autores)
d) Programa académico de postgrado al que pertenece el o los autores.
e) Eje temático al que postula
f) Extensión máxima 1 carilla y media

* Los autores podrán presentar hasta dos resúmenes



Selección de ponencias (26 de Octubre)

• La selección de resúmenes de ponencias estará a cargo de una comisión evaluadora integrada por docentes investigadores de la ELAP.

• Los resultados serán comunicados a sus autores entre el 27 y 28 de Octubre a través de correo electrónico.

• Entrega del Documento final de la ponencia seleccionada: (29 octubre al 09 de noviembre)

• La presentación de la ponencia seleccionada deberá enmarcarse bajo las siguientes formalidades:

a) Extensión: 8 a 10 páginas,
b) Tamaño hoja carta,
c) Letra; Times New Roman 12, interlineado a espacio y medio, márgenes de 2,5cm.


* Enviar el texto por correo electrónico a aordonez@uarcis.cl


Presentación de la ponencia en la Jornada

Exposición 15 minutos por autor. Las ponencias serán presentadas en mesas temáticas y quedarán conformadas por tres ponencistas las cuales se han programado bajo los siguientes criterios de horario.

Jueves 19 noviembre, 9:00 a 19:00 hrs. Sala Helvio Soto
Viernes 20 de noviembre: 9.30 a 15:00 Hrs. Sala Helvio Soto


Comisión Académica Evaluadora:

Daniel Núñez
Claudio Lara
Federico Galende
Álvaro Cuadra
Eduardo Thayer
Violeta Pankova
Jesús Arboleya
Juan Carlos Gómez
Teresa Quiroz
Daniel Palma
Antonio Aravena
Alejandra Castillo

Selección y Premios

Las mejores ponencias de la jornada se difundirán a través de una publicación especial de la ELAP. El comité editorial encargado de esta tarea estará integrado por Daniel Núñez, Alvaro Cuadra, Daniel Palma y Alejandra Ordóñez. También se distinguirán tres ponencias las cuales serán publicadas en la Revista América Latina 9, del Programa de Doctorado PROSPAL, previa aprobación por parte del comité editorial de esta revista. Todos los participantes recibirán un certificado de acreditación de ponente.

Comisión Organizadora
Berenice Ojeda
Eduardo Thayer
Carlos Rivas
Alejandra Ordóñez

lunes, 19 de octubre de 2009

Obama ha hecho los méritos para obtener el Premio Nobel de la Paz


Repugnado y arrepentido por haber inventado una serie de sustancias destructivas, Alfred Nobel, trató de enmendar su error al testar en 1895 a favor de crear un fondo encaminado a premiar los mejores exponentes de distintas áreas del saber y a aquellos que hicieran un aporte destacado para el logro y mantenimiento de la paz en el mundo.

Desde 1901, primer año de entrega del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama es el cuarto presidente de Estados Unidos que recibe la distinción. Sin embargo, esta es la primera vez que se entrega -según la información proporcionada por el Comité Noruego del Premio Nobel- no por alguna obra o acción realizada a favor de la paz sino por “su extraordinario esfuerzo a favor de fortalecer la diplomacia y la cooperación internacional”.

Imagino que con esto se inaugura una nueva etapa en que el Comité Nobel tan preocupado por el mantenimiento de la paz en el mundo, -al no encontrar a nadie que haya hecho una acción en este sentido- se va a encargar ahora de premiar a aquellos que al menos hagan “esfuerzos” en tal dirección.

En esta lógica, es de esperar que los próximos Premios Nobel sean una dura lucha entre el dictador de Honduras Roberto Micheletti, por su esfuerzo para recibir a la delegación de la OEA que busca restituir al presidente constitucional de ese país, Álvaro Uribe por sus extraordinarios esfuerzos por restablecer las relaciones diplomáticas con Ecuador después de haber ordenado la invasión a ese país o Alan García, el presidente peruano por su descomunal esfuerzo para pacificar a los indios que pretenden evitar que sus ancestrales territorios sean vulnerados por las transnacionales que intentan instalarse en su pachamama querida.

En tan memorable día es bueno recordar quienes fueron los anteriores colegas de Obama en recibir la distinción. El primero de ellos en 1906 Teodoro Roosevelt, por establecer para América Latina la política del “Gran Garrote” que inauguró una época de intervenciones militares de Estados Unidos en el Caribe. Entre estas políticas que le hicieron acumular méritos para tan distinguido premio está la invasión a Cuba en 1902 y la instalación de la Enmienda Platt en la Constitución cubana con la cual se pretendía legalizar la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de la isla.
Roosevelt adjuntó a la Doctrina Monroe el corolario que lleva su nombre y que permitía a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos actuar como “policía internacional” ante cualquier conflicto que surgiera en América Latina. Así, además de Cuba, apoyó la intervención imperialista europea contra el gobierno de Cipriano Castro en Venezuela en 1902, y ordenó la invasión de la armada de Estados Unidos en República Dominicana en 1905, entre otras importantes acciones por la paz.

Después de Roosevelt, el Presidente Woodrow Wilson fue honrado con tal alta distinción en el año 1919. Entre los méritos más importantes que lo llevaron al mismo se debe destacar que en su período de gobierno se firmó con Nicaragua el Tratado Bryan-Chamorro, mediante el cual se vulneraba descaradamente la soberanía nicaragüense, incluso con la pretensión no refrendada de instalar un instrumento similar a la Enmienda Platt en la Constitución de ese país centroamericano. En 1915, Wilson ordenó la intervención militar de Estados Unidos en Haití, sometiéndolo a este país a una situación colonial por 18 años. Miles de haitianos murieron por la represión desatada durante ese período y al igual que Roosevelt ocupó militarmente República Dominicana en 1916. Pareciera que esta es una condición para obtener el Premio Nobel de la Paz.

Durante muchos años, los presidentes de Estados Unidos no hicieron méritos suficientes para obtener nuevamente el Premio Nobel, pero en 1973 Henry Kissinger, Secretario de Estado en el gobierno de Richard Nixon, junto al vietnamita Le Duc Tho ganaron el reconocimiento.

Entre las acciones más destacadas de Kissinger están su colaboración y apoyo para las violaciones de los derechos humanos por la dictadura militar que se entronizó en Argentina en 1976, la organización, dirección y financiamiento del golpe de estado contra Salvador Allende en Chile en 1973 y el posterior sustento político internacional de la dictadura de Pinochet. Además se conoce su papel como soporte de la dictadura de Suharto en Indonesia y la autorización para el bombardeo sobre población civil en Vietnam, Laos y Camboya durante la guerra de liberación de esos pueblos en los años 70.

Es válido decir que Le Duc Tho en representación del honor y la dignidad del heroico pueblo vietnamita se negó a recibir el Premio Nobel junto a Kissinger.

Siguiendo la tradición del Nobel, Jimmy Carter en el año 2002, -cuando ya no era presidente- y había creado una fundación para lavar sus culpas de la necesaria vocación imperial que todo presidente de Estados Unidos debe tener para servir a las poderosas transnacionales que controlan la economía de ese país, también fue distinguido.

Durante su mandato, Carter, aunque tuvo una actitud menos agresiva que sus antecesores apoyó a los gobiernos represivos de Centroamérica, abogó por una salida a la “estadounidense” de la dictadura de Somoza en Nicaragua y el Sha de Irán. En Nicaragua incrementó los mecanismos de negociación para dejar fuera a los sandinistas del gobierno que sucediera a la dinastía somocista y hasta intentó una intervención militar a través de la OEA cuando la dictadura militar fenecía a mediados de 1979.

Sus asesores más importantes respondían a la lógica del Complejo Militar Industrial y durante su período el mundo vivió momentos de gran tirantez entre los polos de poder mundial. Carter fue gran promotor de las tensiones planetarias que elevaron considerablemente las ventas de armas en el orbe durante este período, se negó a ratificar los Tratados SALT-2 con la Unión Soviética para reducir el arsenal nuclear, por el contrario jugó un papel destacado en la renovación del arsenal nuclear de Estados Unidos y de la OTAN. Debe ser por todo esto que se hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz.

Con todos estos antecedentes es fácil entender porque el Comité Noruego del Nobel le concede este reconocimiento al presidente Obama. En estos pocos meses de su gobierno ha hecho esfuerzos importantes para el logro de la paz en el mundo, entre estas acciones están el mantenimiento de Robert Gates como Secretario de Defensa, hecho inédito en la historia de Estados Unidos, aceptando la imposición del Complejo Militar Industrial, y avalando con ello la política guerrerista de Bush, el fortalecimiento del apoyo al genocidio israelí en Gaza, su solidaridad disimulada con la dictadura hondureña al no declarar jamás que lo ocurrido en ese país ha sido un golpe de estado, el incremento de la presencia militar estadounidense en Afganistán y su silencio ante el exterminio de su población civil indefensa por parte de las tropas de Estados Unidos y la OTAN, la profundización de la intervención militar en Irak, la reactivación de la 4ta. Flota de la Armada en el Caribe y el Atlántico Sur, la instalación de siete bases militares en Colombia, dos en Panamá y un radar en Costa Rica para restructurar y reinstalar la capacidad de mando y control del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de la potencia imperial y cooperar a través de la DEA con los carteles del narcotráfico que introducen drogas en Estados Unidos al no tomar una sola medida para luchar contra la demanda de estupefacientes en su país.

No se puede criticar al Presidente Obama por haber sido objeto de tal reconocimiento, él no ha hecho nada por recibirlo, ni siquiera hizo campaña o “lobby” para ello, pero si tuviera un poquito de dignidad y honor debería mandar una carta al Comité noruego, negándose a recibirlo. Él, aún no ha hecho los méritos de Roosevelt, Wilson, Kissinger o Carter y por el bien de la salvaguarda de nuestro planeta y de la sobrevivencia de la vida sobre la tierra esperamos que nunca los haga.


Elaborado por: Sergio Rodríguez Gelfenstein


Octubre, 10 de 2009

lunes, 5 de octubre de 2009

Pensando con el genio Deleuze…

…Tracé unas líneas o coordenadas que me permitieron responder la pregunta ¿cómo investigar los imaginarios sociales?. Constituyó uno de los mayores retos que me he trazado hasta ahora como profesional, desafié mi esquema “del cómo analizar e investigar” instituido durante tantos años por la academia psicológica y psicoanalítica. Puedo afirmar que me permití “estallar”, me hundí con placer en el pensamiento de Deleuze… tan excitante, droga para mis sentidos.

Así, tomando del lenguaje foucaultiano el concepto “caja de herramientas”, el cual es, para mi proceso elucidatorio la máxima estrategia, liberadora en sí misma, pues no se trata de disponer de un marco teórico previo para “interpretar” los hechos, si no más bien de disponer de un conjunto de autores con los que pensemos desde un campo de problemas, me dejé llevar a aguas profundas de la mano de Deleuze.

Es relevante para mí señalar, que “Interpretar los hechos” es una categoría que, en sí misma, implica una acción alienante, provista de infinitos aspectos contaminantes, pues partiendo del hecho mismo de que quién interpreta trae consigo sus propias ideas y significaciones, entonces nos preguntamos a quién pertenecerían entonces éstas producciones, si no que al mismo investigador, que jugó y juzgó tener el conocimiento absoluto de las cosas. “No se trata de cuantificar ni de medir las propiedades humanas, sino de problematizar los acontecimientos humanos por una parte, y por otra, de desarrollar como acontecimientos humanos las condiciones de un problema”.[1]

De este modo, pensar desde un campo de problemas implica abrirse a complejos procedimientos elucidatorios, manteniendo siempre preguntas abiertas que operan como recurrencias, advirtiéndonos sentidos. Deleuze dijo a Foucault “no hay corazón…sino un problema, es decir, una distribución de puntos relevantes; ningún centro, pero siempre descentramientos, series con, de una a otra, la claudicación de una presencia y una ausencia – de un exceso y un defecto”[2]. Así que, pensar desde un campo de problemas, significa dejar de pensar en el sujeto y en el objeto, dejar así de psicologizar lo social que lleva a su menosprecio al sintomatologizarlo, también dejar el inútil juego determinista que supone el objeto, que nos aleja de la abundancia de lo impalpable, imponiendo sus lógicas razonables inscritas en interminables y determinables sistemas y conexiones, y que nos alejan de la esencia misma del fenómeno social: “el acontecimiento”.

Pensar problemáticamente, entonces, sería pensar el acontecimiento, que en el límite de los cuerpos profundos, es un incorporal, los sentidos del verbo, supone pensar el límite de lo que se sabe, condiciones de posibilidad, lo que deviene y/o devenir ilimitado, presente infinito sin pasado ni futuro. En el acontecimiento hay una declinación de las causas, este efecto no es aquello que surge de una causa específica, sino la producción misma de un sentido posible dentro de un marco singular. Vivir, pensar, es siempre un encuentro, un acontecimiento, sin que podamos dar razones de éste[3], es decir, no es codificable en términos de una logificación que lo concrete y lo comprenda.

Deleuze así lo expone en su texto: “El acontecimiento es coextensivo al devenir, y el devenir mismo, coextensivo al lenguaje; la paradoja es pues esencialmente «sorites», es decir, serie de proposiciones interrogativas que proceden según el devenir por adiciones y recortes sucesivos. Todo ocurre en la frontera entre las cosas y las proposiciones”[4].

Entonces, dado un acontecimiento, se plantea un campo de preguntas infinitas, y así una lectura de ellas, “un modo de lectura que rodea sin decir”[5], que distinguiendo y puntuando las insistencias que devienen así en el acontecimiento, se consigue trazar líneas de sentidos, fisuras que se abren y que posibilitan la visibilización de las insistencias. Para investigar imaginarios sociales, finalmente, se plantea la cuestión crucial: “suspensión de la comprensión”[6] como un recurso tecnológico que abandona la lógica racional que comprende, así, se “vuelve posible leer algunas de las significaciones que circulan simultáneamente en todas las dimensiones posibles de su complejidad”[7].

Elaborado por: Carolina Árias Adrián.


[1] Deleuze, G. “Lógica del Sentido”.
[2] Foucault, M. “Theatrum Philosophicum”.
[3] François Zourabichvili, Deleuze, una filosofía del acontecimiento, Argentina, Amorrortu.
[4] Deleuze, G. “Lógica del Sentido”.
[5] Fernandez, A.M. “Lógicas Colectivas” Imaginarios, Cuerpos y Multiplicidades. 2007.
[6] Ídem.
[7] Ídem.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Recorrido histórico a través de Arendt y Hobsbawm

El siguiente artículo está basado en las lecturas hechas de los autores Eric Hobsbawm y Hannah Arendt. El primero autor del libro The short twentieth century y la segunda autora de la publicación original The gap between past and future.

Sin duda para comprender nuestro tiempo es imprescindible, darle una mirada al pasado tanto lejano como inmediato. Para Hobsbawm el siglo XX llega hasta 1991 debido al suceso trascendental de la caída de la URSS, él sentencia “no puede darse por sentado el conocimiento aun de los más básicos hechos de la centuria”. Concuerdo con Hobsbawm cuando expone su balance histórico, esbozando que no estamos ya ante un mundo eurocéntrico. El mundo ha tenido un avance hacia una unidad operativa, es decir, las economías nacionales quedan limitadas a actividades de las empresas trasnacionales. Por otra parte, se desintegra la familia y las pautas de antaño que rigen las relaciones sociales se rompen, haciendo evidente la ruptura de los vínculos generacionales.

Para Arendt con una visión mucho más filosófica expone la relación de pensamiento Char – Tocqueville – Kafka. Al sugerir que tenemos una herencia sin testamento. Se le da una especial relevancia a la acción aunado a la comprensión del medio, al entendimiento que tenemos de la realidad en la que se desenvuelve el ser humano. En palabras de Hegel sería reconciliarse con el mundo real.

El tratar de conglomerar las ideas de Char, Tocqueville y Kafka brinda un fuerte diálogo entre el arte, el pensamiento y la acción, que no sólo se sujeta de simples hechos históricos, sino más bien a la familiarización entre pensamiento, discurso y razón.

Hechos que debemos recordar

Recién entrado el siglo XX una serie de alianzas y antagonismos llevaron a los países (en su mayoría europeos) a la primera guerra mundial. Luego 21 años después estaría el mundo presenciando la segunda conflagración mundial, aquí deberíamos detenernos y preguntarnos ¿por qué los gobiernos de entonces tomaron tal decisión?, ¿en realidad fue un error político o Europa se enfrentó a una crisis de recursos? Digo de recursos material, espiritual, moral.
Supongo que no tengo las respuestas precisas a tales interrogantes, sin embargo se hace necesario reflexionar al respecto para no caer en las mismas equivocaciones del pasado. Y me atrevo a comparar lo inicialmente expuesto con el planteamiento abordado por Ulrich Beck[1] en la sociedad del riesgo. Podemos evidenciar como los seres humanos se tropiezan de manera clara con un laberinto de inseguridad, es más, de autoinseguridad.

Estamos en presencia de una sociedad cada vez más industrializada, más sofisticada, no obstante atada a instituciones conservadoras lo que me hace suponer la limitación de éstas para comprender el mundo actual. En otras palabras con tecnología de avanzada y con pensamientos del siglo XIX. No entro en contradicción, una cosa es tomar el pasado como referencia para lidiar con nuestro presente y poder augurar un buen futuro y, otra cosa es estar en el presente atados al pasado.

Es por eso que Hobsbawm, de manera magistral, hace una referencia del pasado[2] cuando analiza el proceso de los países capitalistas, cuando nos rememora la repercusión conseguida por la revolución de octubre acelerando poderosamente la modernización de los países agrarios (la industrialización de los países del este europeo). Es Rusia[3] la salvadora de los países occidentales en la 2da guerra mundial, más tarde en el espacio de paz los salvaría de nuevo con sus teorías de planeación (planeación para los países del bloque socialista y, planificación llamada así por los países capitalistas). Surge una gran lucha entre estos dos grandes bloques, puesto que, el socialismo soviético emerge en la época más pujante de los países capitalistas.

Años más tarde veríamos la caída del bloque soviético. El derrumbe de esta sección no quiso decir, la desaparición de la propuesta marxista. El desgaste de los países comunistas como muchos lo llaman, se debió más que todo al surgimiento del pueblo mismo que solicitaba se le reconociera sus derechos y, recuperar su cultura que había sido destrozada por Stalin.

La transformación social de la postguerra

Marx había dicho, casi en forma profética la desintegración de los viejos valores. Se le podría sumar a dicha afirmación el hecho de no únicamente ser los valores objeto de tal desgaste, sino también la ruptura de códigos morales y de reinterpretación de las costumbres locales. Es decir, tomando de nuevo el ejemplo de los países bajo la tutela del gobierno soviético, una vez independientes comienzan a recuperar espacios perdidos por la represión estalinista a la que fueron sometidos. Si lo observamos desde otra posición y en forma retrospectiva percibimos que fue la propuesta modernista la que aplastó a la minoría, a lo heterogéneo y, es con el planteamiento postmoderno[4], que muchos confunden con el concepto neoliberal el encargado de recuperar lo local, lo heterogéneo, el realce de la minoría. Se abre una encrucijada en el camino de la humanidad. Se cae la fe religiosa, las promesas del positivismo se tambalean y la propuesta marxista se somete a revisión y es por ello la importancia de detenernos en las propuestas e hipótesis de autores como Hannah Arendt.

Discípula e influenciada por el pensamiento de Husserl y de Heidegger la llevará a reflexionar al ser. Esto la lleva a considerar que la existencia sobrepasa la esencia. Llama la atención haciendo referencia al documento en revisión el término verdad mantenido en suspenso, pensamiento y razón. ¿Qué es la verdad? Desde mi perspectiva verdades absolutas no existen, ¿quién tiene la verdad? Nos guiamos por medias verdades o lo que me atrevo a llamar realidades verificables, algo observable que se pueda comprobar. Sin embargo, esta es una afirmación creadora de controversia a la hora de discutir temas que se abordan desde la óptica de las ciencias sociales, se trata de estudiar y comprender nada más y nada menos que al individuo, que a la vez se puede transformar en sujeto.

[5]Arendt dirá: la acción que tiene un sentido para los vivos sólo tiene valor para los muertos y conclusión para las conciencias que la heredan y la cuestionan. (p. 3)
Se observa la perseverancia de Hannah Arendt en la capacidad del ser humano para la acción, la disposición de iniciar algo nuevo. Es como si nos dijera que si el hombre ha de morir, no vino sólo a eso, sino para empezar algo nuevo.

Para finalizar es importante agregar, que el pensamiento de Arendt permite ver la modernidad y reformular la idea del hombre, la ciudad y la política a partir de la reflexión que hace en los orígenes de la polis griega y la condición humana, herramientas teóricas que permiten valorar el significado de la vida individual humana y social.

Su encuentro con Marx le permitió encontrara las razones sociales de la violencia. Tres son las grandes novedades del pensamiento marxista en la opinión de Arendt (yo resaltaré dos únicamente), el trabajo es el creador del hombre y los filósofos lo que han hecho es interpretar el mundo, cuando de lo que se trata es de transformarlo. En otras palabras, el hombre ya no estará determinado por la razón como lo afirmaba el pensamiento clásico sino por el papel que el trabajo ha jugado como resultado de transformación social y humana.



Elaborado por: Ramón E. Ángel P.


[1] Ulrich Beck, hace referencia en su libro La sociedad del riesgo, como la individualización de los riesgos sociales conlleva a que los individuos entren a una etapa de miedos, culpas y conflictos. Se puede traducir esto en un riesgo constante en el que viven las personas de la comunidad global.
[2] Del pasado digo, sin embargo, es un pasado cercano. Pues el siglo XX a penas ha finalizado en la década de los 90, dando paso al año 2000 inicio del siglo XXI
[3] He dicho Rusia por ser el centro del gobierno, pero ya para 1939 se había consolidado la URSS. Un vasto territorio, abarcando desde el este de Europa hasta los confines del continente Asiático.
[4] He conversado con muchas personas y poseen la confusión de asociar neoliberalismo y postmodernismo. Les he planteado que tenemos que hacer una revisión exhaustiva de los textos de Jean Francois Lyotard Vattimo, Baudrillard, Lipovetsky
[5] Artículo la brecha entre el pasado y el futuro. Disponible en www. Mag – políticasociales.cl

jueves, 3 de septiembre de 2009

Historicidad, dominación y proyectos. Contra-historia como argumento emancipatorio.


La Historicidad Popular se convierte en dignidad insurgente

El hombre no sería hombre sin una memoria del pasado. Más aún, sólo desarrollando su sentido histórico y por virtud de su poder de poner el pasado al servicio del presente, se eleva el hombre por encima de otros animales y llega a ser hombre (Nietzsche).


Cuando nos referimos al devenir de la humanidad, nos encontramos con que los discursos históricos amalgaman y condensan de cierta forma los conflictos que se tejen en el seno de la sociedad. Una sociedad, que parece ser decapitada, por un lenguaje legitimador, que solo ha buscado el establecimiento de los dispositivos, excluyentes y de dominación por sobre una mayoría que se somete (o es sometida) y asume que lo jurídico es un estatuto de “verdad” irrefutable.



Específicamente, en el caso latinoamericano -región en la que pondremos todo nuestro esfuerzo por entender, cuestionar y replantear- visualizamos, que en la época del período colonial, los cronistas de indias en primera instancia y los documentos reales posteriormente, sentaron en papel la estructura social, tal y cómo se desarrollaron las vidas que habitaban las posesiones de ultramar. Documentos oficiales, se convirtieron en la única fuente posible para “hacer” la historia de lo que consecutivamente serían las “Repúblicas independientes” del siglo XIX. Recordemos que la “profesionalización de la historia”, se basaba en la heurística y la hermenéutica, mera interpretación de textos, oficiales por cierto. Con la clara intención de forjar una identidad nacional, que por supuesto era in-imaginada por la sociedad colonial luego de haber estado bajo el orden monárquico por más de tres siglos. Pero el afán de hacer de la historia una “ciencia”, no hizo sino tratar de des-subjetivizar (positivismo científico), un proceso que tenía intenciones claras de ordenamiento social, en donde los significantes y significados, creados por el discurso de la “historia Romana”, parafraseando al Foucault de Genealogía del racismo, formaban parte de la constante lucha por el poder. No solo para conquistarlo, sino para mantenerlo.



Aquella afirmación Rankeana, que aseguraba que el historiador debía –por ética profesional- dejar que la historia hablara por sí misma, o en todo caso, los documentos, se convirtió en la “verdad” más dudosa, la cual fue cuestionada por los historiadores de la llamada Nueva Historia que entran en escena aproximadamente a partir de finales de la década de los años 70 del siglo XX. Por ahora, nuestro problema no es discutir sobre las nuevas corrientes historiográficas. Queremos –o mejor dicho, pretendemos- hacer un acercamiento a los proyectos políticos que se han construido a través de la historia, y cómo esto derivó en un impacto a nivel ideológico en el imaginario colectivo latinoamericano.



Por alguna razón, fueron los ilustrados-intelectuales del siglo XIX, los que construyeron un imaginario nacional, que se separara de la “barbarie” del populacho. Tal es el caso por ejemplo, del Facundo de Sarmiento, el Ariel de Rodó, en Argentina y Uruguay, respectivamente, o los escritos de Juan Vicente Gonzáles o Pérez Bonalde, para el caso de Venezuela. Lo cierto es que el afán por consolidar una identidad hacia una patria naciente y convulsa, que no representaba los verdaderos intereses del pueblo, se convirtió en sí mismo en el proyecto legitimador más castrante por el que ha atravesado nuestra historia como repúblicas “independientes”. Asunto que podríamos complementar con una opinión que sobre el tema tiene Foucault, cuando afirma que: No es cuestión de referir la relativi­dad de la historia a lo absoluto de la ley o de la verdad, sino de encontrar lo infinito de la historia detrás de la estabilidad del derecho, los gritos de guerra detrás de las fórmulas de la ley y la asimetría de las fuerzas detrás del equilibrio de la justicia[1]. Es decir, más allá de los fines de gobernabilidad y “pacificación” de todo este proceso de consolidación nacional, se ha desarrollado una guerra silenciosa y vil, donde se han construido “verdades-Razones”, que tienen mucho de conflictos permanentes, y que en todos los casos, salieron victoriosos unos en detrimento de otros, que por lo general forman parte de la población más numerosa y menos pudiente.



El relato que surge de la pluma del historiador no es lo que vivieron sus protagonistas; es sólo una narración, lo cual permite ya eliminar algunos falsos problemas[2], que se han convertido en “verdades absolutas”. Por ello consideramos importante hacer referencia a la existencia de dos tipos de historia, una escrita por las elites con “H” mayúscula, y otra que subyace en el imaginario y en la memoria colectiva de la sociedad, que aquí denominaremos, historia con “h” minúscula, que se encuentra oculta o que aún está por escribirse; salvando además, que entendemos que esta puede ser una diferenciación peyorativa, pero también es un ejemplo ilustrativo de cómo las elites ven el proceso de construcción de discursos hegemónicos. Y es que no creemos que sea necesario escribirse para que se convierta en una contra-historia (la “h”), lo que si pensamos es que si no se difunde a través del arte (insurgente de por sí), o cualquier otro medio, quedará como hasta ahora, subyacente en la memoria de los pueblos.



Ahora bien, Paul Veyne se pregunta en torno al historicismo: ¿qué es lo que distingue a un acontecimiento histórico de otro que no lo es?[3], y bien podríamos decir que no es sino la subjetividad del historiador la que escoge, con finalidades específicas, de cual o tal acontecimiento es el más apropiado para justificar “causas nobles” o aberraciones por el poder. Más importante aún, ya no es el mero acontecimiento el que describe un proceso histórico, existen otros elementos que nos permiten conocer mejor el desenvolvimiento de una “realidad” social; esto no es nuevo, desde la escuela de los Annales fundada en 1929, por Bloch y Febvre, se vienen planteando nuevas formas de hacer historia.



Volvamos otra vez al tema del historicismo. Con relación a éste, Nietzsche afirma que el proceso histórico no ha terminado ni puede terminar, que la conclusión de la historia no sólo no es posible sino indeseable porque conduciría a una degeneración del hombre, y que la historia no es un proceso racional sino un proceso del todo ciego, demente e injusto[4]. De tal manera que nos encontramos ante una historia construida a sangre y fuego, llena de mentiras y sojuzgamiento, en donde la población se ve en una encrucijada jurídica, que no fue diseñada por ellos mismos, y no es más que el producto de las desigualdades que generó el mismo proyecto de modernidad. Su profundización.



Planteamientos como los que hace Salazar, Grez, Pinto, entre otros, en el caso chileno, que giran en torno al rescate de la historia popular, con la intención de resignificar la lucha de un sector de la nación, que se ha mantenido al margen del diseño de su futuro, forma parte de propuestas que se encaminan a de-construir las “verdades” que tanta opresión han causado a nuestras poblaciones. Entender que el engaño “objetivo”, que forma discursos de dominación, puede ser efectivamente contrarrestado, resaltando que la subjetividad propia de quienes tratan de hacer historia, juega un papel fundamental, recordemos que: Toda afirmación acerca de los hechos es una interpretación de los mismos[5].



La “cuestión básica” en este tema, es que no queremos, ni mucho menos pretendemos llegar a una conclusión, por el contrario intentamos abrir el debate referente a estos temas, que visualizan en sí mismo un horizonte de luchas, en contra del sistema instituido. Partimos de la premisa que la historia es un proceso de construcción permanente, no hablamos de una historia. Hay un puente histórico que dejó por a un lado los elementos que subyacen debajo, arriba y a los lados de dicho puente. Historias que existen, que urgen y claman ser re-significadas.



Para finalizar, criticamos de inmediato nuestro propio texto, que no utilizó como fuente de sustento bibliográfico autores latinoamericanos. Ello no en balde, puesto que las categorías de de-construcción utilizadas por los autores citados, forman parte de lo que denominamos, nuevas formas de construir futuro cuestionando la historia “sagrada”, que a su vez se convierte en la mayor traba, para quienes plantean superar los dispositivos de saber-verdad. De dominación. Somos sujetos históricos.


¿Cuál es nuestro proyecto?


[1] Foucault, Michel. Genealogía del Racismo. Colección Caronte Ensayos. Argentina. p. 52
[2] Veyne, Paul. Cómo se escribe la historia. Foucault revoluciona la historia. Alianza Editorial. Madrid. 1971. p. 14
[3] Ibídem, p. 32.
[4] En: Strauss, Leo y joseph Cropsey (Comp). Historia de la filosofía Política. Fondo de cultura Económica. México. 1993. p. 780
[5] Ibídem. p. 783

Elaborado por: Carlos Rivas

viernes, 28 de agosto de 2009

¿En Venezuela, hay participación de la gente en los conflictos y en las luchas políticas o hay simplemente una actividad política?

A propósito de la “Autonomía” en los Consejos Comunales
No hay en Venezuela rinconcito donde no se sepa de los Consejos Comunales; se encuentran recientemente por doquier artículos de opinión sobre el autogobierno como característica principal de estas figuras, sobre los desembolsos cuantiosos del Estado para financiar sus proyectos, en fin, figuran como punta de lanza en el proceso revolucionario venezolano. Pero, me pregunto si esta iniciativa que aparentemente surge del Estado es capaz por sí misma de instituir nuevos modos de lucha con un fundamento político ideológico, apuntado a construir caminos y espacios de libertad y justicia, o simplemente se han ejecutado (dónde se ha logrado) como condición impartida de una línea gubernamental para administrar los bienes y servicios medianamente necesarios para vivir mejor.
Primero ¿por qué “aparentemente”?, ¿no está bien claro que fue una Ley emanada e impulsada desde las alturas del gobierno central?, a mi juicio esto no está claro, el tiempo histórico-social en el que se empezaron a gestar, o por lo menos a configurar como más posibles, estuvieron impregnados de intensas aptitudes altaneras. Orgullosos del viraje que dieron las políticas en el país, mucha gente participó voluntariamente y con intensa alegría y determinación, sin dejar el coraje de lado, de las Unidades de Batallas Electorales (UBE), que entre la paranoia propia de las luchas electorales y la identificación entre camaradas, se compactaron verdaderos grupos de lucha política y debate ideológico. Estas UBEs demostraron, no por el triunfo del NO en el Referéndum Presidencial del 2004, sino por la madurez y consistencia en la lucha política que se organizó para el momento, que el rumbo de las gestiones públicas definitivamente estaba en manos del pueblo, no importa del bando que sea. Fue una de tantas manifestaciones de deseo del pueblo. ¿Deseo de qué?

La respuesta pudiera estar en la transformación de estas Unidades de Batallas Electorales en Unidades de Batalla Endógeno Social (UBES). Cierto es que hubo tal transformación a partir de las intensidades suscitadas en éstos grupos de UBE, aparecieron nuevos organizadores de sentido, se empezaron a crear nuevas ideas en el seno de estos grupos, en torno a su papel en las gestiones públicas, explica Ana María Fernández[i] que “los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que los hacen posibles refieren a lo imaginario radical instituyente que da cuenta de los deseos…esta dimensión radical de los imaginarios sociales en sus instancias o momentos instituyentes da cuenta de las líneas de fuga de deseos que resisten la captura de los dispositivos de disciplinamiento social”. Así se visibilizaba el deseo de las comunidades de tomar, aunque fuera parcialmente, el poder de gobernarse.

Sin embargo estas UBES no cuajaron, diferentes razones no permitieron su legitimación, pero algo quedó, las significaciones imaginarias sociales que se generaron circularon, y siguen estando, latiendo, insistiendo para existir en cada barrio de esta gran nación. A mi juicio son las que permiten el nacimiento de los Consejos Comunales, porque fueron las que se empeñaron en resistir el disciplinamiento desde los Consejos Locales de Planificación Pública, que en otrora fuera la institución gubernamental que les daba piso legal. Pero no fue mucho el tiempo que se mantuvo esta ligazón de obediencia, pues siguieron insistiendo las significaciones imaginarias sociales, que parecen susurrar “el poder está en el pueblo”, dinamizando voluntades de autogestión, horizontalidad, democracia directa y autonomía.

Dice Cornelius Castoriadis[ii] al respecto: “el conjunto se instrumentaliza, se utiliza por un sistema que en sí mismo es anónimo. Todo esto no surge de un dictador, o de un puñado de capitalistas, o de un grupo de formadores de opinión: es una inmensa corriente histórico-social que va en esta dirección y que hace que todo se transforme…”; y fue así el imaginario social de la población fue dando cabida a las nuevas formas de gobierno, todo en ese tiempo RESPIRÓ JUNTO, sopló significaciones en la misma dirección.

Desde estas lógicas pareciera haber gérmenes de lucha política, pero no parecen ser tan intensas como para que haya asambleas más numerosas en los Consejos Comunales, poquísimos asumen este rol de asambleístas, ¿será que la revolución quedó con sentidos a media?, ¿existirá actualmente en Venezuela un “vaciamiento de sentido de los proyectos emancipatorios revolucionarios”[iii] y una “insignificancia de los proyectos progresistas”?. Para elucidar sobre esto primero delimitemos el contexto en el cual se inscriben mis reflexiones.

Para mí, revolución es sinónimo de Autonomía, esa que se nutre y se funda en la idea de que el ser humano es un ser capaz de hacerse cargo de sí mismo, es decir más humana, en el sentido que valora el potencial de la gente y no la menosprecia concibiéndola como cuerpos dóciles para su vigilancia y castigo.

Cornelius Castoriadis[iv] bien plantea la cuestión, en su texto “La Institución Imaginaria de la Sociedad” contraponiendo autonomía a la heteronomía, concibiéndola en y desde el conjunto, donde un movimiento histórico de los sujetos arriban a una autoinstitución dándose su propia ley. Una ley que surge de la autocreación de la sociedad, valiéndose de la praxis, y que no reconoce fundamentos externos al conjunto social. Esto implica restarle legitimidad a las instituciones tradicionales del Estado, en el sentido de que no puede haber verdaderamente autonomía en los pueblos si son “otros”, desde afuera, quienes deciden y emanan ley, normalizando la vida social.

Así ha sido, el derecho ha sido siempre, tener derecho a ser gobernados, a “elegir” quienes nos gobiernan, y encierro elegir entre comillas porque ni siquiera eso lo podemos hacer, porque la propaganda manipuladora y engañosa de los partidos políticos son verdaderas máquinas alienantes, que construyen una realidad paralela a la del conjunto social, que puede ser que se aproxime pero no es, no es porque no nace del conjunto, porque no fue el conjunto social quien creó sus condiciones, formas y fundamentos.

Estos partidos y las instituciones gubernamentales se encargan de instituir en el pueblo discursos de verdad, que como Foucault refiere en su clase del 14 de enero de 1976, ese poder produce efectos de verdad. Dice Foucault[v] “el poder nos somete a la producción de la verdad y sólo podemos ejercer el poder por la producción de verdad”. En este sentido el poder reside en el pueblo mientras sea éste quien produzca sus significaciones sociales, sus verdades.

Para entender al poder, dice Foucault que “no debemos considerar el poder como un fenómeno de dominación de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre los otros, de una clase sobre las otras”[vi] . El poder, debe analizarse como algo que “circula o, mejor, como algo que sólo funciona en cadena”… “El poder funciona. El poder se ejerce en red y, en ella, los individuos no sólo circulan, sino que están siempre en situación de sufrirlo y también de ejercerlo. Nunca son el blanco inerte o consintiente del poder, siempre son sus relevos. En otras palabras, el poder transita por los individuos, no se aplica a ellos”.

Entonces, el poder funciona, existe a razón del sentido que deviene de un magma de significaciones sociales, producto del imaginario social radical[vii] que las inventó. Ana María Fernández[viii] destaca en este sentido que “muchas prácticas sociales…tienen en cada sociedad su sentido en relación por ejemplo con la legitimación o no de un poder sólo si despliegan su solemnidad en los cercos de sentido que producen sus universos de significaciones imaginarias”. Es decir, que la participación en las políticas públicas por parte de las comunidades dependerá de que sus significaciones imaginarias legitimen éstas prácticas, dándole sentido, y en el caso de los Consejos Comunales dándole sentido al poder en el marco de una autonomía.

A juzgar, estos imaginarios sociales no han forjado el orden simbólico referido al cuestionamiento de la heteronomía, y a los viejos esquemas de gobierno representativo; pues las acciones (me refiero a la poca participación en las asambleas de los Consejos Comunales) indican que las significaciones que laten permiten aún su legitimidad, restándole fuerza a la Autonomía e imposibilitando por supuesto las luchas sociales para conseguirla.

Entonces, la creación de la Autonomía tiene que pasar por el cuestionamiento de la institución de la sociedad, de esos modos de gobierno populistas que se instituyeron y que aún son legítimos; de la representación del mundo y de las significaciones imaginarias sociales que éste porta. Se necesitan entonces individuos capaces de cierta autonomía, es decir, capaces de cuestionar la ley social y también a sí mismos. Este cuestionamiento se hace en una lucha con y contra el viejo orden, el orden heterónomo. Y más que la razón, que estas razones, las producciones de los imaginarios sociales a razón de la Autonomía, generarán estas significaciones que darán paso a las luchas por ella, porque éstas interpelan a las emociones, las voluntades, los sentimientos; que por último es lo que verdaderamente promoverán las formas que adquirirán los comportamientos, son las formas en que el deseo se anuda al poder.Puedo concluir que en Venezuela, probablemente no haya a gran escala la participación de la gente en los conflictos y en las luchas políticas, que todavía la participación la obliga una actividad política para administrar bienes y servicios básicos necesarios para mejorar las condiciones de vida; pero estoy segura que la sociedad a la que pertenezco, contiene hoy, los gérmenes de una Autonomía.

[i] Fernández, A.M. Las Lógicas Colectivas. Editorial Biblos. 2008.
[ii] Castoriadis, C. El Avance de la Insignificancia. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1997.
[iii] Fernández, A.M. Lógicas Colectivas, Subjetividad y Política. En Insignificancia y Autonomía. Debates a partir de Cornelius Castoriadis. Psicoanálisis, filosofía, arte, política. Ed. Biblos. 2007.
[iv] Castoriadis, C. La Institución Imaginaria de la Sociedad. Tusquets Editores. 2003.
[v] Foucault, M. Defender la Sociedad. Curso en el Collage de France (1975-1976), Clase del 14 de enero de 1976. FCE. 2001.
[vi] Foucault, M. Defender la Sociedad. Curso en el Collage de France (1975-1976), Clase del 14 de enero de 1976. FCE. 2001.
[vii] Imaginario social radical, concepto acuñado por C. Castoriadis, quien destaca que es una instancia de creación del modo de una sociedad, dado que instituye las significaciones que producen un determinado mundo.
[viii] Fernández, A.M. Las Lógicas Colectivas. Editorial Biblos. 2008.
Elaborado por: Carolina Árias Adrián

jueves, 27 de agosto de 2009

LATINOAMÉRICA Y LA CRISIS FINANCIERA

UNA MIRADA AL TRABAJO DEL ECONOMISTA JOSÉ ANTONIO OCAMPO

El siguiente trabajo pretende efectuar un análisis sucinto del texto perteneciente al economista colombiano José Antonio Ocampo titulado Impactos de la crisis financiera mundial sobre América Latina publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en abril de 2009. En este recorrido, el autor hace entrega de elementos que consideramos son muy importantes para entender la repercusión que ha tenido la crisis financiera mundial para América Latina[1]. Desde allí se aborda específicamente los puntos relacionados con los efectos de la crisis financiera mundial y de cómo ella ha repercutido en nuestra región.

En términos generales, se puede afirmar que la crisis ha trastocado las economías del mundo. Desde las que en apariencia se preciaban de ser más sólidas, tal es el caso de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Japón, Suiza, China y España, las cuales incluso han entrado en un inesperado proceso de recesión. Todo esto producto de los desbordamientos de las economías nacionales y terminaron pagando las consecuencias del desgaste de las plataformas impuestas por el sistema capitalista mundial. Cabe recordar que fue la titularización de las hipotecas de baja calidad en Estados Unidos lo que en principio dio inicio a este desbarajuste financiero. Sin duda alguna, todas estas repercusiones se han trasladado desde esas economías hacia las de menor peso en el circuito económico mundial. Esto le permite al autor señalar los aspectos más relevantes y las consabidas particularidades de los efectos colaterales que han puesto en alerta también a las economías de América Latina.

Este conjunto de afirmaciones bien pueden verse en detalle cuando exploramos ciertos aspectos en sistemas económicos puntuales. La economía mexicana, por ejemplo, que ha sido una de las más afectadas. De los aspectos que se pueden resaltar con mayor preponderancia destacan una contracción moderada en la economía en el 2008, la contracción en el volumen del comercio, disminución en el nivel de remesas por parte de los migrantes mexicanos, así como, a finales del 2007, los niveles de reservas empezaron a crecer a un ritmo más lento que los pasivos de cartera. Esto, según el autor, es un elemento que demuestra que la economía mexicana atraviesa unos momentos de suma dificultad y que para la fecha de la impresión de este documento era incierto el desenlace de esta crisis.

En medio de toda esta discusión, es importante destacar que según José Antonio Ocampo las economías latinoamericanas han llegado a la crisis más fortalecida que en anteriores ocasiones. Esto debido a la espectacular época de bonanza que experimentó la región desde el 2003 al 2007. Basada en una combinación inusual de auge financiero, bonanza excepcional de precios de los productos básicos y nivel elevados de remesas de los trabajadores migrantes, lo que según el autor también ha llegado a su fin.

Por lo que también nos lleva a afirmar que ni siquiera por la fortaleza económica que había alcanzando ha logrado evadir esta crisis, esto para las economías latinoamericanas en general. Es así, como por el curso que la crisis ha tomado y por las estadísticas que hemos venido revisando desde comienzos de la crisis financiera han demostrado que ésta ha llegado a diversos rincones del planeta y que ha tenido gran profundidad en las economías del mundo. Clara visión de esto, ha sido el estancamiento que ha presentado la economía mundial en el último trimestre del 2008 y la contracción de las exportaciones en noviembre y diciembre del mismo año de la economía China como bastión del dinamismo, lo que claramente ha constatado esta profundidad así lo ha indicado, de manera enfática, el autor que nos ocupa. Estas aseveraciones son parte importante de un análisis que pretende dar luces sobre lo complejo de la situación. Todo esto en el marco del convulsionado mercado en el que se desarrollan las economías globales.

Otro aspecto de suma relevancia se refiere a la actitud oficial asumida por algunas instituciones vinculadas directamente con la crisis, pues, como podemos apreciar Ocampo hace un recorrido y menciona algunos aspectos que dan cuenta de la errada visión que para entonces expresaba el Fondo Monetario Internacional, quien se refirió a un posible desacople de este fenómeno por parte de los llamados países subdesarrollados. Esto se convirtió en ficción, pues los efectos han sido arrasadores y ha convulsionado en diferentes medidas a estas economías. Los que apostaban por esta tesis del desacople se basaban fundamentalmente en el renovado periodo de bonanza de los precios de los productos básicos que vivían estos países, como ya hemos mencionado esto corresponde al ciclo que va desde el periodo del 2003 al 2007. De igual forma también era un soporte de mucho peso contar con la relativa seguridad que representaba para los capitales externos el altísimo nivel de reservas internacionales y el dinamismo persistente de las grandes economías asiáticas. Luego de observar los acontecimientos más recientes no es exagerado señalar que estos elementos no fueron suficientes para contrarrestar los efectos de esta crisis, donde al parecer ninguna economía ha salido ilesa de tal fenómeno, como expresó Calvo 2008[2] “ese veranillo fue sucedido por el vendaval que desencadenó la crisis financiera mundial en septiembre del 2008”.

Todos estos acontecimientos provocaron un proceso de ruptura en el normal desenvolvimiento de las economías globales. La prueba más contundente de esta afirmación en haber presenciado, a mediados del 2008, el desencadenamiento de una baja de precios y el colapso financiero que desencadenaron profundos cambios, esto se debió a la paralización del crédito, los elevados márgenes de riesgo y la caída de los precios de los productos básicos y que luego se convirtió en un desplome. Este imprevisto escenario, sin duda alguna, evidenció la verdadera profundidad y la complicada naturaleza que circulaba en torno al epicentro de tales desmanes del propio sistema capitalista. Para finalizar es importante destacar que dentro de este texto se busca tener una visión general de los aspectos de mayor transcendencia a lo largo de este periodo donde se ha producido una ruptura y un severo cuestionamiento a los parámetros y a los mecanismos de funcionamiento de las economías del mercado mundial y de cómo ellas han afectado en gran medida nuestras economías debido a la interdependencia que existe y que las vincula constantemente. Consideramos de suma pertinencia cada uno de los aspectos expuestos por este autor quien básicamente a tratado de mostrar grosso modo las particularidades desde el punto de vista económico que se han suscitado luego de la mitificación y de la propalación de la idea de que todos estos acontecimientos no pasarían de ser una simple llovizna mediática, al revisar detenidamente los aspectos aquí señalados nos damos cuentas de las diversas ramificaciones de esta crisis y sus consecuencias.

[1] José Antonio Ocampo en la revista titulada Impactos de la crisis Financiera Mundial sobre América Latina. Publicada por la Comisión Económica para America Latina y el Caribe en Abril del 2009. Este Trabajo se terminó de redactar en enero del 2009, por lo que cabe resaltar que la situación internacional siguió su curso.

[2] Calvo (2008), citado por José Antonio Ocampo en la revista titulada Impactos de la crisis Financiera Mundial sobre América Latina. Publicada por la Comisión Económica para America Latina y el Caribe en Abril del 2009.

Elaborado por: Amelia Linares

A propósito de la Ley Orgánica de Educación

y el chantaje de la “ideologización”

El Discurso del Verdugo (I)

La oposición al gobierno que preside el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, y en especial aquellos que se presentan como sus “líderes”, se guían por un libreto que apela en primer lugar a la palabra “Libertad”.

Nadie podría a atreverse a desechar palabras que definen ideales tan altos del bien, como la justicia, el amor y la LIBERTAD, sin embargo es indispensable para nosotros( tod@s aquell@s que de tiempo atrás y aún en la actualidad nos encontramos en una situación de desventaja con respecto a los grandes privilegiados del sistema económico y social denominado capitalismo), tener claro, que la burguesía se vale de la palabra “Libertad” para justificar su acción de dominio, no sólo en Venezuela, sino a nivel mundial.

No es ningún secreto el hecho de que todos los seres humanos necesitamos orientar nuestras vidas a través de valores e ideales máximos. Tales ideales dan origen a las ideologías. Existen fundamentalmente dos tipos de ideologías: Las religiones, (ideologías religiosas) y las ideologías políticas.

Quienes apoyamos el socialismo, reconocemos, con sinceridad, que tenemos una ideología socialista. Ideología que busca orientar nuestro rumbo como colectivo, es decir, como pueblo que se libera de las cadenas de la opresión. Eso no significa que tengamos que abandonar nuestra guía espiritual, es decir la ideología religiosa. La explicación es muy sencilla:

Los grandes valores del socialismo, es decir, el trabajo digno, la solidaridad, y la justicia social, son los mismos valores de tod@s aquell@s que seguimos el ejemplo de Cristo, y se resumen en la maravillosa enseñanza de amar al prójimo.

Si en verdad te amas, amas a tu prójimo, y si realmente es así, jamás te aprovecharás de él o ella, atropellándolo, robándolo o explotándolo.

Durante muchos años (varias generaciones de madres y padres, hijos, y nietos) nos enseñaron a temerle a la palabra ideología. Sin duda que a ello contribuyeron también, algunos errores que a nombre del socialismo se cometieron en otras latitudes, y en otros tiempos. En Venezuela, los revolucionarios debemos aprender de las experiencias vividas por otros pueblos, y por otras revoluciones, si en verdad actuamos en pro del socialismo.

Los que no quieren que la revolución avance, se refieren a la palabra ideología de modo despectivo. Nos acusan de “ideologizar” a los niños, a los jóvenes, y en general al pueblo.

Prestemos atención a lo siguiente:

¿A quién de nosotros no le sembraron en la cabeza desde sus primeros años los ideales de la fe religiosa, por ejemplo? ¿A caso decimos que dicho adoctrinamiento (la palabra adoctrinamiento viene de doctrina = cuerpo de ideas y conceptos) ha sido malo? Esa no es nuestra posición.

La derecha nos “acusa” de ser ideólogos “socialistas”, “comunistas”, “subversivos”, etc.
¿Y qué son los teólogos? ¿No son a caso los teólogos los ideólogos de la iglesia?

Hago referencia a la iglesia para citarla como ejemplo, y por la importante presencia que ha tenido en nuestra sociedad a lo largo de su historia. Pero desde luego que hay muchas otras ideologías además de la religión católica. Hay no obstante una razón adicional:

La acción desestabilizadora desarrollada principalmente por los grandes colegios privados católicos a nombre del “no al Currículum Bolivariano”, con el pobre y desgastado pretexto de luchar contra la “ideologización” o “adoctrinamiento” de niños y adolescentes.

Cada año nos encontramos con nuevos “motivos” (léase excusas) para generar situaciones de caos social que desemboquen finalmente en la muerte política y/o física del presidente, y por consiguiente en la muerte del proceso revolucionario. Dichas situaciones son orquestadas por los sectores dominantes de la sociedad representados por los partidos “Un Nuevo Tiempo”, “Primero Justicia”, “MAS”, y unas pocas organizaciones políticas, que se valen de grupos fascistas (como “Bandera Roja” en las instituciones educativas públicas) para intimidar a los sectores populares, y crear la ficción de una supuesta “rebelión” del pueblo contra lo que ellos denominan “la dictadura” o “régimen”. El desenlace al que siempre aspiran: Un levantamiento militar de corte fascista.

En 2007 justificaron su accionar mediante una serie de protestas dirigidas contra la cancelación de la antigua concesión de la que gozaba RCTV para el uso exclusivo de una parte estratégica del espectro radioeléctrico perteneciente a la nación. Después continuaron con el sabotaje a la iniciativa presidencial de reformar la constitución nacional, el tema con el que se inicia de nuevo las actividades académicas en los distintos centros de estudio que se encuentran bajo el control de los conspiradores, es no sólo una ley, sino la nueva orientación que se ha planteado para la educación venezolana (y eso que no hemos dado aún los pasos más revolucionarios, como la creación de los Consejos Populares Estudiantiles).

Ahora bien. Lo menos que podemos hacer es aprovechar los ataques que está lanzando nuestro adversario político pro-imperialista a nombre de su falsa “lucha” contra la “ideologización” como una nueva oportunidad para discutir de la manera más amplia posible, y con seriedad, qué tipo de ideología es la que realmente defienden, por una parte, quienes estamos a favor del proceso revolucionario, y por otra parte, los que se oponen a él.

Los voceros de la oposición rechazan cualquier iniciativa estratégica del gobierno bolivariano, empezando por la palabra “revolución”, que la derecha se ha encargado de desprestigiar desde mucho antes del nacimiento del proceso revolucionario bolivariano, atribuyendo un significado negativo al término, como si fuese sinónimo de “desorden” y “ruido”. Es decir, un simple “revolcamiento” loco de las cosas, cuando de lo que se trata es de dar un paso definitivo hacia adelante, lo suficientemente grande, para salir del abismo. Una revolución tiende a remover las raíces de un orden anterior decadente y descompuesto para dar surgimiento a un nuevo orden social, y para ello debe apuntar hacia un cambio profundo de cultura.

La diferencia esencial entre la izquierda y la derecha, radica en que la izquierda es eficaz cuando logra hacer lo que predica, por lo menos en su mayor parte. Con la derecha pasa exactamente lo contrario: Tiene éxito siempre y cuando le haga creer a la mayor cantidad de gente posible, que busca la libertad, la paz y la prosperidad “para todos”, cuando su objetivo real es conservar e incrementar los privilegios de unos pocos.

Para los que están totalmente a favor de que se gobierne contra los intereses del pueblo (así se define de manera breve y sencilla la derecha), son válidas las revoluciones cuando sirven para llenar aún más las alforjas de los ricos, como fue el caso de la Revolución Industrial, la cual, como es sabido, dio origen hace casi tres siglos, al sistema capitalista, y, sin irnos tan lejos, la revolución de las telecomunicaciones que se está viviendo en la actualidad. Pero hay que ver como detestan las revoluciones sociales cuando las viven de cerca. Es decir, cuando los débiles de siempre deciden de una vez por todas, dejar de serlo, y se avizora entonces la posibilidad de que asuman las riendas de un país, no sin antes sentar las bases mismas de una nueva civilización.

Elaborado por: Gustavo Hedmont.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Riesgo, regulación y crisis del capitalismo


A propósitos de las notas económicas de David Cuevas


Cada cierto tiempo en las ciencias sociales y en el sentido común mediático hay términos que se ponen de moda. Hace unos años, durante los noventas, la palabra Globalización era con toda seguridad la de uso más corriente en las ciencias sociales, pero también un poco en eso que por costumbre solemos llamar “la opinión pública”. Y es que de algún modo, no había sociólogo ni economista, pero tampoco político ni periodista y en realidad casi cualquier persona que no se refiriera a ésta como un fenómeno evidente, independientemente que se tuviera una actitud optimista o escéptica ante sus implicaciones.


De la misma manera, hoy día, un término un poco más sombrío ocupa espacios importantes en la jerga de las ciencias sociales y económicas, pero también, a partir de la ocurrencia de no pocos fenómenos más o menos traumáticos, en el espíritu mismo de nuestros tiempos: el Riesgo. Se habla hoy incluso de la existencia de una Sociedad de Riesgo, caracterizada por los riesgos ambientales, tecnológicos, de salud y ahora también económicos o financieros. Lo particular de esta categoría, sin embargo, es que no viene sola. Sino asociada casi automáticamente a dos vocablos, uno de ellos es el de Crisis y el otro el de Regulación. De manera tal, que los tres conforman en la actualidad un eje analítico que sirve a los expertos, tanto los de izquierda como los de derecha, para explicarnos a nosotros la realidad del mundo de hoy, la de eso que por comodidad llamaremos el capitalismo global avanzado y cómo deberíamos hacer para mejorarla, si es que quisiéramos hacer tal cosa.


En el caso de la problemática ecológica esto es extraordinariamente evidente: se comienza diciendo que la tecnología asociada al modo de producción capitalista genera riesgos, los cuales se hacen tanto más peligrosos en la medida que carecemos de regulaciones efectivas. En tal medida, para evitar las crisis ecológicas que nos amenazan, lo que hay que hacer es, justamente, regular bien, de manera tal que se concluye como propuesta el conducir los modelos de desarrollos hacia estilos sustentables, sostenibles y de ser posible verdes.


Pero es tal vez en la economía, especialmente a partir de todo lo ocurrido con las finanzas mundiales, donde esta perspectiva alcanza un mayor nivel de sofisticación. En este caso, se dice que la crisis mundial es el resultado de la ambición de los inversionistas, de los riesgos asociados a la especulación financiera, pero sobre todo de la ausencia de mecanismos regulatorios que o nunca se crearon o fueron desmontados a partir del fin de los acuerdos de Bretton Woods, la popularización de los mercados de capitales globales y las privatizaciones. Si se es un poco más de izquierda, se dice también que todo esto anterior es expresión de las nuevas formas de dominación mundial del capital financiero, especialmente el norteamericano, que además utiliza todo ese capital, por lo general ficticio, para financiar sus déficit comercial y mantener su hegemonía.


Sin embargo, lo que quisiera plantear acá para la discusión es que esta explicación tan convincente y por lo demás acertada en los fenómenos que describe, implica al menos un problema: que en el momento en que asumimos la trinidad Riesgo – Crisis – Regulación para explicarnos los males del capitalismo contemporáneo, estamos aceptando las coordenadas ideológicas que éste nos impone. Aceptamos, incluso de modo inconciente, que el capitalismo tiene crisis, y que estas crisis se pueden evitar si se regulan bien sus riesgos asociados.


En base a lo anterior, pareciera más sensato plantearse una vuelta a lo básico capitalista, entendiendo por tal el asumir que el capitalismo más que generar riesgos por excesos se caracteriza por establecer a priori un orden de vida precario en la medida en que funciona en base a una lógica interior bien definida: la lógica de la acumulación del Capital. Por esta razón, carece de todo sentido plantearse modelos de desarrollo “sustentables” o que “respondan a los intereses humanos” en los marcos de una economía capitalista. Pues por más regulada que ésta sea, por más que se quiera poner al servicio de la sociedad, la lógica inmanente que termina imponiéndose es la del Capital.


Así las cosas, lo que solemos llamar entonces “crisis del capitalismo” no sería por tanto una crisis sino algo muy distinto, y si se quiere peor: un ajuste en los regímenes de acumulación a través de los cuáles se efectúa el Capital. En tal virtud, como bien demuestra el caso actual, la crisis del régimen es a la postre el triunfo del Capital y la instauración de un nuevo régimen también temporal que después será reemplazado por otro más. En este sentido, las medidas recientemente anunciadas por Obama y las que ya de hecho se han venido aplicando en Europa o el renovado protagonismo del FMI, aparecen como señales claras de los acomodos necesarios ocurridos en la maquinaria capitalista para seguir funcionando mejor, a expensas de la humanidad.



Elaborado por: Luis Salas.

lunes, 20 de julio de 2009

Historia e Identidad II


Nuevas propuestas y reflexiones


Hace algunos años en la historiografía latinoamericana, se viene discutiendo en torno a nuevas formas de hacer historia. Al respecto, nos parecen relevantes los planteamientos de la llamada “Nueva Historia” realizados en un primer momento por J. Le Goff y P. Norá alrededor de la década de 1970, pertenecientes, según algunos historiadores a la tercera generación de la Escuela de los Annales. Resulta innegable la influencia que esta escuela historiográfica ha ejercido sobre la investigación latinoamericana, no obstante sus propuestas nos remitan a modelos teóricos y categorías analíticas foráneas, ajenas, quizá, a la realidad latinoamericana; pero que han servido de sustento para el levantamiento de teorías y propuestas propias, como la desarrollada por la Microhistoria mexicana, la historia regional y la Nueva Historia social latinoamericana.


Entendiendo que el hablar de Nueva Historia latinoamericana resulta demasiado amplio, nos centraremos en desarrollar cómo la Nueva Historia social está sirviéndose de fuentes alternativas, que le permiten enriquecer y ampliar sus análisis respecto, específicamente, a la cuestión de la identidad y a su vínculo con la historia. En este sentido, consideramos fundamental comprender la importancia que han adquirido la “memoria” y sus relatos, como fuente que permite desentrañar sentidos y concepciones locales sobre la propia historia.


Respecto al concepto de memoria, es preciso aclarar su carácter múltiple. Es decir, la existencia de distintas memorias, tanto en lo colectivo como en lo individual, que se construyen en una relación dialogante/antagónica, desigual y no siempre consciente entre lo occidental y su discurso modernizador, y los elementos tradicionales o propios de lo local.


Trataremos de entender un poco, en primera instancia el concepto de memoria enmarcado en algunas lecturas y discusiones, pero tomando en cuenta las apreciaciones expuestas en el texto de Josefina Cuesta, La odisea de la memoria (2008). Ésta autora hace referencia a que hay que hacer una distinción importante entre lo que es memoria personal y memoria histórica, puesto que una forma parte propiamente dicho, de una gama de memorias, como por ejemplo la familiar, la sindical, nacional, oficial, política, etc. Mientras que la memoria histórica, es una elaboración posterior resultado de un arduo trabajo de explicación y comprensión” (Cuesta; 2008: 13). En el mismo texto la autora hace referencia a que es Halbwachs, quien introduce el término (memoria), a la investigación de las ciencias sociales, pero que además pone sobre el tapete una polémica entorno a lo que es la memoria y la historia, en cuanto que para ésta, la memoria no es más que todo lo que fluctúa, lo concreto, lo vivido, lo múltiple, lo sagrado, la imagen, el afecto lo mágico, mientras que la historia se caracteriza por su carácter exclusivamente crítico, conceptual, problemático y laico (Cuesta; 2008: p. 34).


En este momento surgen algunas interrogantes alrededor de las visiones que se tienen en torno a la memoria y la historia. Por un lado, podríamos asegurar que la memoria no es sino parte de las fuentes con las que se reconstruye la historia, y que por tanto, ésta última es la que determinaría la transformación de ese relato de la memoria en historiografía. Aquí nos detendremos un poco, para exponer algunas posturas metodológicas sobre el uso de la memoria como fuente. Por un lado, tenemos la “perspectiva reconstructiva”, que entiende a la memoria como fuente fidedigna, un conjunto de “recuerdos” que configuran un relato, el cual es tratado como un documento “objetivo”, que nos informa sobre los hechos “tal cual como sucedieron”. La memoria entonces sería una especie de “cajita de recuerdos”. Otra visión, es la de la “perspectiva interpretativa”, la cual entiende a la memoria individual como una fuente cargada de subjetividad que contiene en sí misma elementos como juicios de valor, sentimientos, percepciones, etc., por lo que debe ser interpretada por el investigador y contrastada con otras fuentes. Por otra parte, la(s) memoria(s) colectiva(s), tampoco es (son) neutra(s), es decir, tiene(n) usos e intenciones políticas, históricas y culturales, que pueden provenir de una oficialidad o de algún sector de la sociedad que la(s) genera(n). Por ello, también debe ser sometida a interpretación, contraste/diálogo con otras fuentes.


Un ejemplo de cómo la memoria enriquece los nuevos análisis historiográficos, lo encontramos en el “paradigma indiciario” planteado por C. Ginzburg. Con esta idea el autor sostiene que el investigador debe considerar y valorar los elementos latentes en las fuentes. Es decir, las omisiones, silencios/silenciamientos, etc., los cuales deben ser develados por el investigador, el cual debe rastrear a manera “detectivesca” estos elementos que pueden contribuir a su análisis.
Es importante destacar que la Nueva Historia social, fundamenta su análisis en la interpretación de la memoria, sobre todo en el ámbito de construcción y teorización de la (s) identidad (es). Al respecto, la reflexión de Canclini en torno a las Culturas híbridas[1], nos ofrece un acercamiento más sólido que nos permite entender la multiplicidad identitaria de América Latina. Este autor identifica cuatro aspectos fundamentales para comprender la construcción de la (s) identidad (es) latinoamericana (s):


1. Temporalidad: la identidad históricamente construida y no substancial.


2. Territorial: como expresión de la formas imaginarias en que se vive la relación con un territorio.


3. Híbrida: composición multicultural afectada por lo local y lo foráneo, y que “define” lo identitario de un pueblo.


4. Transnacional: incremento de los componentes transnacionales, dentro de la constitución identitaria de un/los pueblo (s).

Eduardo Devés (2005), complementa este planteamiento señalando que hablar de identidad latinoamericana, es una tarea osada puesto que podríamos decir, que por el contrario existen identidades múltiples que se identifican con lo campesino-mestizo, con lo originario-indígena, con lo urbano-subdesarrollado, con lo latino, etc.; todas en el marco de un devenir histórico común.
Podemos plantear algunas consideraciones finales reflexionando entorno a algunas ideas expuestas por el historiador Gabriel Salazar, quien propone la inversión de la relación Historia/Identidad. Es decir, que ya no sería la Historia la “gran constructora” de identidad, sino que esta última interpelaría a la historia (historiografía), para que efectúe un giro epistemológico que le permita condensar y reconstruir una historia que contenga en sí misma “sentidos” que los sujetos le otorgan a sus experiencias, tomando en cuenta la particularidad social en la que se desarrollan las múltiples cosmovisiones locales. Siguiendo con esta idea, Salazar (2005: 527), concluye que es altamente probable que la historia social desarrolle más sus relaciones verticales con la base social-sobre poblada de sujetos desgajados internamente de la estatalidad- que sus relaciones horizontales con la institucionalidad estrictamente científica. Por ello se requiere de un cambio epistemológico que socialice la historia (historiografía), de manera tal que esta considere las valoraciones y énfasis que proponen los sujetos, es decir, lo que ellos quieren incluir en este “gran sentido” que podríamos catalogar como identidad (es).


Con socializar la historia nos referimos a reinterpretar el devenir histórico de los pueblos, derrumbando el paradigma totalizante que en algún momento pretendió homogeneizar la identidad y el pensamiento de lo(s) latinoamericano(s). Este cambio debe ser de carácter epistemológico, es decir, apuntar hacia la concepción misma de la investigación y la producción de conocimientos. Debe buscar teorizar en torno a la particularidad (es) de los sujetos latinoamericanos, proponiendo nuevas categorías analíticas lo suficientemente ricas para abarcar este universo variado, múltiple y, a la vez, atravesado por una historia común, llamado Latinoamérica.


Elaborado por: Eyleen Faure y Carlos Rivas.



Bibliografía:


· Barbero, Jesús Martín, “Ideología: Los Medios como Discurso del Poder” (Parte I), en Oficio de Cartógrafo. Travesías Latinoamericanas de la Comunicación en la Cultura, en “Industria Cultural y espacio público en América Latina, material de estudio curso: Pensamiento político latinoamericano”, Magíster en Historia y Ciencias Sociales, Profesor Carlos Ossandón B.
· Briceño, José M. El laberinto de los tres Minotauros. Monte Ávila Editores. Caracas. 1997.
· Cuesta, Josefina. La odisea de la memoria. Editorial Alianza. España. 2008.
· Devés, Eduardo. Identidad Latinoamericana. En Salas, Ricardo (com.) Pensamiento critico latinoamericano. Conceptos fundamentales. Tomo II. Ediciones de Universidad Católica Silva Henríquez. Santiago. 2005. Salazar, Gabriel. Historia. En Salas, Ricardo (com.) Pensamiento critico latinoamericano. Conceptos fundamentales. Tomo II. Ediciones de Universidad Católica Silva Henríquez. Santiago. 2005.
[1] Este concepto se centra particularmente en la incertidumbre acerca del sentido y el valor de la modernidad que deriva no sólo de lo que separa a naciones, etnias y clases, sino de los cruces socioculturales en que lo tradicional y lo moderno se mezclan.

domingo, 19 de julio de 2009

¡Me mentistes, me engañastes, me dijistes!

Las posibilidades de incurrir, de forma inconsciente, en ciertas galimatías, es una eterna preocupación de quienes pretenden exponer sus ideas con la mayor claridad posible. Por esta razón, las modestas indagaciones que desde aquí impulsamos, tienen como principal propósito, tratar de reducir a su mínima expresión cualquier anomalía que, como todos sabemos, impiden que se hagan más plausibles los espacios de interacción social. Esto, claro está, asumiendo que priva sobre nosotros la intención de entender y darnos a entender con la mayor gramaticalidad posible. Si tenemos la voluntad de auscultar, de forma reiterada, esas dudas que tanto hacen deslucir lo que buscamos transmitir, es muy posible que alcancemos esta meta. Tal afirmación cobra mayor fuerza cuando somos parte del proceso de formación de otras personas. Es decir, cuando estamos vinculados de manera directa con aquellos que también desean ser parte del fascinante mundo de nuestra lengua. En el caso de quienes escogieron, por voluntad propia, el camino de la enseñanza, esta aseveración no es una opción sino una obligación. Es de suma importancia que tengamos la suficiente voluntad para mejorar estos aspectos día a día.

De igual manera deben hacerlo los que tienen una relación permanente con el universo en donde hablar o escribir, de forma correcta, ponen en evidencia su capacidad profesional. “Leer es comprender, si no hemos comprendido, pues no hemos leído”, afirma con certera contundencia el maestro Simón Rodríguez. He allí la importancia que debemos darle a esos primeros pasos. En cuanto mayor dominio tengamos de las reglas más elementales de la gramática, mayores argumentos tendremos para llegar a escenarios mucho más complejos. Estas recomendaciones las hacemos, principalmente, para quienes muestran un particular interés por resolver algunas dudas. Desde aquí escribimos para todas esas personas con las que tuvimos el placer de compartir un aula, un café o una cerveza. Permanecen intactas las inolvidables jornadas de trabajo con grupos de estudiantes en nuestra Casa de siempre: la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Podemos escribir con mucho orgullo, que parte de esos inquietos soñadores, ya son profesionales dispuestos a dar lo mejor de sí y así seguir demostrando que nunca se quedarán pasmados ante la cómoda mediocridad que intenta medio resolver las cosas con trasnochadas tropelías.


Lo que hoy trataremos de explicar es un asunto muy puntual. Se refiere a una forma agramatical que, con mayor recurrencia, escuchamos se ha expandido por todos lados. Nos referimos a la innecesaria incorporación de una “s” final para la segunda persona (singular), del pretérito perfecto simple (modo indicativo).

Veamos algunos ejemplos:
Estoy seguro de que me mentistes.
Me dijistes que no me olvidarías.
Ay, vale, me dejastes con la duda



Como podemos observar, nos da la impresión de que, al escribir oraciones que involucren este error, se puede percibir su incongruencia con suma facilidad. El mayor problema o la proliferación más frecuente, parece estar en el habla, es decir, en el mundo de la oralidad. Lo más preocupante es observarlo de manera constante en algunas series o programas de televisión, pues desde allí, como es lógico suponer, se proyecta hacia cualquier lugar. Por cierto, cuando se ha interpelado a algún responsable de estos bodrios, en la selecta y muy erudita constelación de explicaciones que hemos escuchado, destaca aquella donde señalan que, “ellos diseñan sus personajes tal y como los encuentran en la calle”. También afirman que “de no mostrar a sus personajes tal y como son, los haría lucir poco creíbles y hasta falsos”. Esto es algo que sin duda preocupa, pues su alcance es tremendo y en muchos casos termina haciéndonos creer que ésa es la manera correcta. O peor aún: parece que la gente, a la que ellos hacen referencia, son los más humildes. Claro, los ricos jamás cometerían este tipo de barbaridades. ¡Soberana estupidez!.

Pero, como nuestra intención no es escribir tratado que permita saber quién es el culpable de esta situación, nos conformamos con la idea de asegurar, sin vacilar un punto, que esa “s” final no va allí. Es un error que podemos evitar fácilmente. Las formas correctas, tomando los mismos ejemplos, son:

Estoy seguro de que me mentiste.
Me dijiste que no me olvidarías.
Ay, vale, me dejaste con la duda.

Quizás, por el hecho de que algunas formas de conjugación del modo subjuntivo, sí requieran de una “s” final, exista algún desplazamiento que genere este error. Tal vez ésta sea una explicación un tanto más gramatical, y más próxima a su procedencia.

Bueno, por hoy ha sido suficiente. La próxima semana volveremos sobre un tema que sigue despertando el interés de algunos lectores y nos han pedido que volvamos a tratarlo. Nos referimos a las terminaciones finales en femenino y masculino.

¡HASTA LA PRÓXIMA!
Elaborado por: Isaías Cañizales Ángel

lunes, 13 de julio de 2009

Historia e Identidad I.


Nuevas concepciones y derrumbes epistémicos.
(Primer acercamiento).


Trabajaremos la historia como concepto central, sin embargo, tendremos en cuenta muy de cerca la definición de identidad que construye Devés (2005), a partir de algunos autores y diferentes momentos históricos, como forma complementaria que nos permita profundizar un poco en lo referente a la definición que de los nuevos paradigmas historiográficos ha surgido.

El conocimiento- y la ciencia e investigación que lo produce, acumula, aplica y difunde- poseen un status y valoración diferentes dentro de cada sociedad. Asimismo, los diversos “tipos” de conocimientos y saberes se encuentran segmentados y clasificados en función de distintos criterios.

La investigación en diversos ámbitos se efectúa a partir de unos principios epistemológicos definidos. Cada ciencia tiene así sus fundamentos, que dan criterio de pertinencia a sus resultados y a las aplicaciones de los mismos.

Sobre Latinoamérica, mucho se ha dicho acerca de la dependencia a la que nuestra región se hallaría sujeta en múltiples planos: económico, cultural, político, etc. ¿Podríamos suponer la existencia de tal dependencia también dentro del ámbito de la investigación; y, específicamente, en el campo de las investigaciones sociales o historiográficas?

Siguiendo la propuesta de J. Martín Barbero, podemos reflexionar respecto al carácter dependiente de la investigación social latinoamericana. Dando por sentado que la teoría es fundamental dentro del proceso de producción de conocimientos, tenemos entonces que asumir que el primer escenario en el que se manifestará esta dependencia y/o sujeción, será en el del desarrollo teórico/epistemológico. Al respecto, el intelectual colombiano, afirma que el problema de la dependencia cultural, y en particular el de la producción de conocimientos, no se reduce a la conflictiva “importación de teoría”, sino que es una cuestión más compleja y profunda, vinculada al concepto mismo de “ciencia”: “La dependencia no estriba entonces en la asunción de la teoría que se hace afuera como creen aún los defensores de un nacionalismo trasnochado. Lo dependiente es la concepción misma de la ciencia, del trabajo científico y de su función en la sociedad. Pues la dependencia trabaja en la interiorización que hacemos de la división social del trabajo a nivel internacional según la cual estos países no pueden permitirse el lujo de hacer ciencia, con aplicar la que hacen otros están cumpliendo su papel en la historia”(Barbero).

Dentro del campo historiográfico, la importancia de la epistemología adquiere centralidad y, podríamos decir, una doble faz. Por un lado, desde el punto de vista del desarrollo de una teoría, una posición que define el “desde dónde hacemos conocimiento”, y, por otro lado, la postura epistemológica- que define aspectos metodológicos y resultados- también nos sitúa dentro del ámbito de lo político- ideológico, aunque no nos parezca del todo claro, evidente o explícito en una primera aproximación al tema.

Durante el siglo XIX, la profesionalización de la historia, se avocaba principalmente a la reconstrucción de una “historia patria”, que pretendía crear una especie de identidad nacional en una población heterogénea. Se fundamentaba en los principios “Rankeanos” de la verdad absoluta de lo que sucedió y bajo el paradigma positivista, sustentando toda investigación histórica en los postulados de la heurística y la hermenéutica, y su relación afín con el documento escrito. Para el momento que nos referimos, siglo XIX, América Latina atravesaba por el periodo de la formación de la nación, y con ello surgía la necesidad de crear una concepción de nacionalidad que condensara intereses diversos en torno a una población heterogénea cultural y étnicamente, obligados a convivir dentro del límite creado por las nuevas fronteras.

Así la historiografía construye un discurso que plantea una “Identidad funcional” a ese proyecto, que podríamos identificar como modernizador, civilizador, guiado por las elites latinoamericana. Devés (2005), plantea que se llevaron a cabo tres momentos fundamentales del tratamiento de la noción identidad, por un lado tenemos lo que el denomina proto-tratamiento del tema (1492-1890), que tiene que ver con el proceso de colonización y la identidad creada por el proyecto oligárquico de la formación de la nación y sus símbolos. Un segundo momento, el autor, lo denomina La americanidad (1890-1950), con Martí y sus propuestas “esencialistas”, de construir un proyecto identitario, que valore lo “Americano”: Universidad, culturas indígenas, “hombre natural” etc. En síntesis proponiendo que lo “americano puro”, efectivamente existe. Por último un tercer momento, sería el de la identidad tematizada (1950-1980), en un periodo en el que el tema mismo de la identidad recobra protagonismo y se enriquece a partir de planteamientos multidisciplinarios. Devés, recoge la idea de Zea expuesta en La filosofía latinoamericana como filosofía sin más (1969), quien articula la cuestión de la identidad entorno a las ideas de origen y originalidad, preguntándose cómo el latinoamericano y su cultura se insertan en un mundo aparentemente homogenizado por la occidentalidad.

Al respecto Briceño Guerrero (1997), señala, que el carácter totalizante de lo occidental forma parte de un discurso dominante que ha logrado permear la concepción de lo americano; sobre esto afirma: observarnos a nosotros mismos para reconocernos y saber quiénes somos, salta a la vista que somos europeos… Lengua y vestido, religión y arquitectura, arte e instituciones políticas, escuela y cementerio dan testimonio inequívoco de nuestra pertenencia al ámbito cultural europeo (Briceño; 1997: 15), la cuestión aquí es la impostura que existe entre la razón sobre el tradicionalismo.

Por el contrario Salazar asegura, que es un proceso histórico el que ha llevado a que la concepción latinoamericana de identidad, se vea a menudo sustituida por el universo cultural (expansivo) de occidente (Salazar. 2008: 519).

Bibliografía.
· Barbero, Jesús Martín, “Ideología: Los Medios como Discurso del Poder” (Parte I), en Oficio de Cartógrafo. Travesías Latinoamericanas de la Comunicación en la Cultura, en “Industria Cultural y espacio público en América Latina, material de estudio curso: Pensamiento político latinoamericano”, Magíster en Historia y Ciencias Sociales, Profesor Carlos Ossandón B.
· Briceño, José M. El laberinto de los tres Minotauros. Monte Ávila Editores. Caracas. 1997.
· Cuesta, Josefina. La odisea de la memoria. Editorial Alianza. España. 2008.
· Devés, Eduardo. Identidad Latinoamericana. En Salas, Ricardo (com.) Pensamiento critico latinoamericano. Conceptos fundamentales. Tomo II. Ediciones de Universidad Católica Silva Henríquez. Santiago. 2005.
· Salazar, Gabriel. Historia. En Salas, Ricardo (com.) Pensamiento critico latinoamericano. Conceptos fundamentales. Tomo II. Ediciones de Universidad Católica Silva Henríquez. Santiago. 2005.


Elñaborado por: Eyleen Faure y Carlos Rivas.