viernes, 28 de agosto de 2009

¿En Venezuela, hay participación de la gente en los conflictos y en las luchas políticas o hay simplemente una actividad política?

A propósito de la “Autonomía” en los Consejos Comunales
No hay en Venezuela rinconcito donde no se sepa de los Consejos Comunales; se encuentran recientemente por doquier artículos de opinión sobre el autogobierno como característica principal de estas figuras, sobre los desembolsos cuantiosos del Estado para financiar sus proyectos, en fin, figuran como punta de lanza en el proceso revolucionario venezolano. Pero, me pregunto si esta iniciativa que aparentemente surge del Estado es capaz por sí misma de instituir nuevos modos de lucha con un fundamento político ideológico, apuntado a construir caminos y espacios de libertad y justicia, o simplemente se han ejecutado (dónde se ha logrado) como condición impartida de una línea gubernamental para administrar los bienes y servicios medianamente necesarios para vivir mejor.
Primero ¿por qué “aparentemente”?, ¿no está bien claro que fue una Ley emanada e impulsada desde las alturas del gobierno central?, a mi juicio esto no está claro, el tiempo histórico-social en el que se empezaron a gestar, o por lo menos a configurar como más posibles, estuvieron impregnados de intensas aptitudes altaneras. Orgullosos del viraje que dieron las políticas en el país, mucha gente participó voluntariamente y con intensa alegría y determinación, sin dejar el coraje de lado, de las Unidades de Batallas Electorales (UBE), que entre la paranoia propia de las luchas electorales y la identificación entre camaradas, se compactaron verdaderos grupos de lucha política y debate ideológico. Estas UBEs demostraron, no por el triunfo del NO en el Referéndum Presidencial del 2004, sino por la madurez y consistencia en la lucha política que se organizó para el momento, que el rumbo de las gestiones públicas definitivamente estaba en manos del pueblo, no importa del bando que sea. Fue una de tantas manifestaciones de deseo del pueblo. ¿Deseo de qué?

La respuesta pudiera estar en la transformación de estas Unidades de Batallas Electorales en Unidades de Batalla Endógeno Social (UBES). Cierto es que hubo tal transformación a partir de las intensidades suscitadas en éstos grupos de UBE, aparecieron nuevos organizadores de sentido, se empezaron a crear nuevas ideas en el seno de estos grupos, en torno a su papel en las gestiones públicas, explica Ana María Fernández[i] que “los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que los hacen posibles refieren a lo imaginario radical instituyente que da cuenta de los deseos…esta dimensión radical de los imaginarios sociales en sus instancias o momentos instituyentes da cuenta de las líneas de fuga de deseos que resisten la captura de los dispositivos de disciplinamiento social”. Así se visibilizaba el deseo de las comunidades de tomar, aunque fuera parcialmente, el poder de gobernarse.

Sin embargo estas UBES no cuajaron, diferentes razones no permitieron su legitimación, pero algo quedó, las significaciones imaginarias sociales que se generaron circularon, y siguen estando, latiendo, insistiendo para existir en cada barrio de esta gran nación. A mi juicio son las que permiten el nacimiento de los Consejos Comunales, porque fueron las que se empeñaron en resistir el disciplinamiento desde los Consejos Locales de Planificación Pública, que en otrora fuera la institución gubernamental que les daba piso legal. Pero no fue mucho el tiempo que se mantuvo esta ligazón de obediencia, pues siguieron insistiendo las significaciones imaginarias sociales, que parecen susurrar “el poder está en el pueblo”, dinamizando voluntades de autogestión, horizontalidad, democracia directa y autonomía.

Dice Cornelius Castoriadis[ii] al respecto: “el conjunto se instrumentaliza, se utiliza por un sistema que en sí mismo es anónimo. Todo esto no surge de un dictador, o de un puñado de capitalistas, o de un grupo de formadores de opinión: es una inmensa corriente histórico-social que va en esta dirección y que hace que todo se transforme…”; y fue así el imaginario social de la población fue dando cabida a las nuevas formas de gobierno, todo en ese tiempo RESPIRÓ JUNTO, sopló significaciones en la misma dirección.

Desde estas lógicas pareciera haber gérmenes de lucha política, pero no parecen ser tan intensas como para que haya asambleas más numerosas en los Consejos Comunales, poquísimos asumen este rol de asambleístas, ¿será que la revolución quedó con sentidos a media?, ¿existirá actualmente en Venezuela un “vaciamiento de sentido de los proyectos emancipatorios revolucionarios”[iii] y una “insignificancia de los proyectos progresistas”?. Para elucidar sobre esto primero delimitemos el contexto en el cual se inscriben mis reflexiones.

Para mí, revolución es sinónimo de Autonomía, esa que se nutre y se funda en la idea de que el ser humano es un ser capaz de hacerse cargo de sí mismo, es decir más humana, en el sentido que valora el potencial de la gente y no la menosprecia concibiéndola como cuerpos dóciles para su vigilancia y castigo.

Cornelius Castoriadis[iv] bien plantea la cuestión, en su texto “La Institución Imaginaria de la Sociedad” contraponiendo autonomía a la heteronomía, concibiéndola en y desde el conjunto, donde un movimiento histórico de los sujetos arriban a una autoinstitución dándose su propia ley. Una ley que surge de la autocreación de la sociedad, valiéndose de la praxis, y que no reconoce fundamentos externos al conjunto social. Esto implica restarle legitimidad a las instituciones tradicionales del Estado, en el sentido de que no puede haber verdaderamente autonomía en los pueblos si son “otros”, desde afuera, quienes deciden y emanan ley, normalizando la vida social.

Así ha sido, el derecho ha sido siempre, tener derecho a ser gobernados, a “elegir” quienes nos gobiernan, y encierro elegir entre comillas porque ni siquiera eso lo podemos hacer, porque la propaganda manipuladora y engañosa de los partidos políticos son verdaderas máquinas alienantes, que construyen una realidad paralela a la del conjunto social, que puede ser que se aproxime pero no es, no es porque no nace del conjunto, porque no fue el conjunto social quien creó sus condiciones, formas y fundamentos.

Estos partidos y las instituciones gubernamentales se encargan de instituir en el pueblo discursos de verdad, que como Foucault refiere en su clase del 14 de enero de 1976, ese poder produce efectos de verdad. Dice Foucault[v] “el poder nos somete a la producción de la verdad y sólo podemos ejercer el poder por la producción de verdad”. En este sentido el poder reside en el pueblo mientras sea éste quien produzca sus significaciones sociales, sus verdades.

Para entender al poder, dice Foucault que “no debemos considerar el poder como un fenómeno de dominación de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre los otros, de una clase sobre las otras”[vi] . El poder, debe analizarse como algo que “circula o, mejor, como algo que sólo funciona en cadena”… “El poder funciona. El poder se ejerce en red y, en ella, los individuos no sólo circulan, sino que están siempre en situación de sufrirlo y también de ejercerlo. Nunca son el blanco inerte o consintiente del poder, siempre son sus relevos. En otras palabras, el poder transita por los individuos, no se aplica a ellos”.

Entonces, el poder funciona, existe a razón del sentido que deviene de un magma de significaciones sociales, producto del imaginario social radical[vii] que las inventó. Ana María Fernández[viii] destaca en este sentido que “muchas prácticas sociales…tienen en cada sociedad su sentido en relación por ejemplo con la legitimación o no de un poder sólo si despliegan su solemnidad en los cercos de sentido que producen sus universos de significaciones imaginarias”. Es decir, que la participación en las políticas públicas por parte de las comunidades dependerá de que sus significaciones imaginarias legitimen éstas prácticas, dándole sentido, y en el caso de los Consejos Comunales dándole sentido al poder en el marco de una autonomía.

A juzgar, estos imaginarios sociales no han forjado el orden simbólico referido al cuestionamiento de la heteronomía, y a los viejos esquemas de gobierno representativo; pues las acciones (me refiero a la poca participación en las asambleas de los Consejos Comunales) indican que las significaciones que laten permiten aún su legitimidad, restándole fuerza a la Autonomía e imposibilitando por supuesto las luchas sociales para conseguirla.

Entonces, la creación de la Autonomía tiene que pasar por el cuestionamiento de la institución de la sociedad, de esos modos de gobierno populistas que se instituyeron y que aún son legítimos; de la representación del mundo y de las significaciones imaginarias sociales que éste porta. Se necesitan entonces individuos capaces de cierta autonomía, es decir, capaces de cuestionar la ley social y también a sí mismos. Este cuestionamiento se hace en una lucha con y contra el viejo orden, el orden heterónomo. Y más que la razón, que estas razones, las producciones de los imaginarios sociales a razón de la Autonomía, generarán estas significaciones que darán paso a las luchas por ella, porque éstas interpelan a las emociones, las voluntades, los sentimientos; que por último es lo que verdaderamente promoverán las formas que adquirirán los comportamientos, son las formas en que el deseo se anuda al poder.Puedo concluir que en Venezuela, probablemente no haya a gran escala la participación de la gente en los conflictos y en las luchas políticas, que todavía la participación la obliga una actividad política para administrar bienes y servicios básicos necesarios para mejorar las condiciones de vida; pero estoy segura que la sociedad a la que pertenezco, contiene hoy, los gérmenes de una Autonomía.

[i] Fernández, A.M. Las Lógicas Colectivas. Editorial Biblos. 2008.
[ii] Castoriadis, C. El Avance de la Insignificancia. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1997.
[iii] Fernández, A.M. Lógicas Colectivas, Subjetividad y Política. En Insignificancia y Autonomía. Debates a partir de Cornelius Castoriadis. Psicoanálisis, filosofía, arte, política. Ed. Biblos. 2007.
[iv] Castoriadis, C. La Institución Imaginaria de la Sociedad. Tusquets Editores. 2003.
[v] Foucault, M. Defender la Sociedad. Curso en el Collage de France (1975-1976), Clase del 14 de enero de 1976. FCE. 2001.
[vi] Foucault, M. Defender la Sociedad. Curso en el Collage de France (1975-1976), Clase del 14 de enero de 1976. FCE. 2001.
[vii] Imaginario social radical, concepto acuñado por C. Castoriadis, quien destaca que es una instancia de creación del modo de una sociedad, dado que instituye las significaciones que producen un determinado mundo.
[viii] Fernández, A.M. Las Lógicas Colectivas. Editorial Biblos. 2008.
Elaborado por: Carolina Árias Adrián

jueves, 27 de agosto de 2009

LATINOAMÉRICA Y LA CRISIS FINANCIERA

UNA MIRADA AL TRABAJO DEL ECONOMISTA JOSÉ ANTONIO OCAMPO

El siguiente trabajo pretende efectuar un análisis sucinto del texto perteneciente al economista colombiano José Antonio Ocampo titulado Impactos de la crisis financiera mundial sobre América Latina publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en abril de 2009. En este recorrido, el autor hace entrega de elementos que consideramos son muy importantes para entender la repercusión que ha tenido la crisis financiera mundial para América Latina[1]. Desde allí se aborda específicamente los puntos relacionados con los efectos de la crisis financiera mundial y de cómo ella ha repercutido en nuestra región.

En términos generales, se puede afirmar que la crisis ha trastocado las economías del mundo. Desde las que en apariencia se preciaban de ser más sólidas, tal es el caso de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Japón, Suiza, China y España, las cuales incluso han entrado en un inesperado proceso de recesión. Todo esto producto de los desbordamientos de las economías nacionales y terminaron pagando las consecuencias del desgaste de las plataformas impuestas por el sistema capitalista mundial. Cabe recordar que fue la titularización de las hipotecas de baja calidad en Estados Unidos lo que en principio dio inicio a este desbarajuste financiero. Sin duda alguna, todas estas repercusiones se han trasladado desde esas economías hacia las de menor peso en el circuito económico mundial. Esto le permite al autor señalar los aspectos más relevantes y las consabidas particularidades de los efectos colaterales que han puesto en alerta también a las economías de América Latina.

Este conjunto de afirmaciones bien pueden verse en detalle cuando exploramos ciertos aspectos en sistemas económicos puntuales. La economía mexicana, por ejemplo, que ha sido una de las más afectadas. De los aspectos que se pueden resaltar con mayor preponderancia destacan una contracción moderada en la economía en el 2008, la contracción en el volumen del comercio, disminución en el nivel de remesas por parte de los migrantes mexicanos, así como, a finales del 2007, los niveles de reservas empezaron a crecer a un ritmo más lento que los pasivos de cartera. Esto, según el autor, es un elemento que demuestra que la economía mexicana atraviesa unos momentos de suma dificultad y que para la fecha de la impresión de este documento era incierto el desenlace de esta crisis.

En medio de toda esta discusión, es importante destacar que según José Antonio Ocampo las economías latinoamericanas han llegado a la crisis más fortalecida que en anteriores ocasiones. Esto debido a la espectacular época de bonanza que experimentó la región desde el 2003 al 2007. Basada en una combinación inusual de auge financiero, bonanza excepcional de precios de los productos básicos y nivel elevados de remesas de los trabajadores migrantes, lo que según el autor también ha llegado a su fin.

Por lo que también nos lleva a afirmar que ni siquiera por la fortaleza económica que había alcanzando ha logrado evadir esta crisis, esto para las economías latinoamericanas en general. Es así, como por el curso que la crisis ha tomado y por las estadísticas que hemos venido revisando desde comienzos de la crisis financiera han demostrado que ésta ha llegado a diversos rincones del planeta y que ha tenido gran profundidad en las economías del mundo. Clara visión de esto, ha sido el estancamiento que ha presentado la economía mundial en el último trimestre del 2008 y la contracción de las exportaciones en noviembre y diciembre del mismo año de la economía China como bastión del dinamismo, lo que claramente ha constatado esta profundidad así lo ha indicado, de manera enfática, el autor que nos ocupa. Estas aseveraciones son parte importante de un análisis que pretende dar luces sobre lo complejo de la situación. Todo esto en el marco del convulsionado mercado en el que se desarrollan las economías globales.

Otro aspecto de suma relevancia se refiere a la actitud oficial asumida por algunas instituciones vinculadas directamente con la crisis, pues, como podemos apreciar Ocampo hace un recorrido y menciona algunos aspectos que dan cuenta de la errada visión que para entonces expresaba el Fondo Monetario Internacional, quien se refirió a un posible desacople de este fenómeno por parte de los llamados países subdesarrollados. Esto se convirtió en ficción, pues los efectos han sido arrasadores y ha convulsionado en diferentes medidas a estas economías. Los que apostaban por esta tesis del desacople se basaban fundamentalmente en el renovado periodo de bonanza de los precios de los productos básicos que vivían estos países, como ya hemos mencionado esto corresponde al ciclo que va desde el periodo del 2003 al 2007. De igual forma también era un soporte de mucho peso contar con la relativa seguridad que representaba para los capitales externos el altísimo nivel de reservas internacionales y el dinamismo persistente de las grandes economías asiáticas. Luego de observar los acontecimientos más recientes no es exagerado señalar que estos elementos no fueron suficientes para contrarrestar los efectos de esta crisis, donde al parecer ninguna economía ha salido ilesa de tal fenómeno, como expresó Calvo 2008[2] “ese veranillo fue sucedido por el vendaval que desencadenó la crisis financiera mundial en septiembre del 2008”.

Todos estos acontecimientos provocaron un proceso de ruptura en el normal desenvolvimiento de las economías globales. La prueba más contundente de esta afirmación en haber presenciado, a mediados del 2008, el desencadenamiento de una baja de precios y el colapso financiero que desencadenaron profundos cambios, esto se debió a la paralización del crédito, los elevados márgenes de riesgo y la caída de los precios de los productos básicos y que luego se convirtió en un desplome. Este imprevisto escenario, sin duda alguna, evidenció la verdadera profundidad y la complicada naturaleza que circulaba en torno al epicentro de tales desmanes del propio sistema capitalista. Para finalizar es importante destacar que dentro de este texto se busca tener una visión general de los aspectos de mayor transcendencia a lo largo de este periodo donde se ha producido una ruptura y un severo cuestionamiento a los parámetros y a los mecanismos de funcionamiento de las economías del mercado mundial y de cómo ellas han afectado en gran medida nuestras economías debido a la interdependencia que existe y que las vincula constantemente. Consideramos de suma pertinencia cada uno de los aspectos expuestos por este autor quien básicamente a tratado de mostrar grosso modo las particularidades desde el punto de vista económico que se han suscitado luego de la mitificación y de la propalación de la idea de que todos estos acontecimientos no pasarían de ser una simple llovizna mediática, al revisar detenidamente los aspectos aquí señalados nos damos cuentas de las diversas ramificaciones de esta crisis y sus consecuencias.

[1] José Antonio Ocampo en la revista titulada Impactos de la crisis Financiera Mundial sobre América Latina. Publicada por la Comisión Económica para America Latina y el Caribe en Abril del 2009. Este Trabajo se terminó de redactar en enero del 2009, por lo que cabe resaltar que la situación internacional siguió su curso.

[2] Calvo (2008), citado por José Antonio Ocampo en la revista titulada Impactos de la crisis Financiera Mundial sobre América Latina. Publicada por la Comisión Económica para America Latina y el Caribe en Abril del 2009.

Elaborado por: Amelia Linares

A propósito de la Ley Orgánica de Educación

y el chantaje de la “ideologización”

El Discurso del Verdugo (I)

La oposición al gobierno que preside el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, y en especial aquellos que se presentan como sus “líderes”, se guían por un libreto que apela en primer lugar a la palabra “Libertad”.

Nadie podría a atreverse a desechar palabras que definen ideales tan altos del bien, como la justicia, el amor y la LIBERTAD, sin embargo es indispensable para nosotros( tod@s aquell@s que de tiempo atrás y aún en la actualidad nos encontramos en una situación de desventaja con respecto a los grandes privilegiados del sistema económico y social denominado capitalismo), tener claro, que la burguesía se vale de la palabra “Libertad” para justificar su acción de dominio, no sólo en Venezuela, sino a nivel mundial.

No es ningún secreto el hecho de que todos los seres humanos necesitamos orientar nuestras vidas a través de valores e ideales máximos. Tales ideales dan origen a las ideologías. Existen fundamentalmente dos tipos de ideologías: Las religiones, (ideologías religiosas) y las ideologías políticas.

Quienes apoyamos el socialismo, reconocemos, con sinceridad, que tenemos una ideología socialista. Ideología que busca orientar nuestro rumbo como colectivo, es decir, como pueblo que se libera de las cadenas de la opresión. Eso no significa que tengamos que abandonar nuestra guía espiritual, es decir la ideología religiosa. La explicación es muy sencilla:

Los grandes valores del socialismo, es decir, el trabajo digno, la solidaridad, y la justicia social, son los mismos valores de tod@s aquell@s que seguimos el ejemplo de Cristo, y se resumen en la maravillosa enseñanza de amar al prójimo.

Si en verdad te amas, amas a tu prójimo, y si realmente es así, jamás te aprovecharás de él o ella, atropellándolo, robándolo o explotándolo.

Durante muchos años (varias generaciones de madres y padres, hijos, y nietos) nos enseñaron a temerle a la palabra ideología. Sin duda que a ello contribuyeron también, algunos errores que a nombre del socialismo se cometieron en otras latitudes, y en otros tiempos. En Venezuela, los revolucionarios debemos aprender de las experiencias vividas por otros pueblos, y por otras revoluciones, si en verdad actuamos en pro del socialismo.

Los que no quieren que la revolución avance, se refieren a la palabra ideología de modo despectivo. Nos acusan de “ideologizar” a los niños, a los jóvenes, y en general al pueblo.

Prestemos atención a lo siguiente:

¿A quién de nosotros no le sembraron en la cabeza desde sus primeros años los ideales de la fe religiosa, por ejemplo? ¿A caso decimos que dicho adoctrinamiento (la palabra adoctrinamiento viene de doctrina = cuerpo de ideas y conceptos) ha sido malo? Esa no es nuestra posición.

La derecha nos “acusa” de ser ideólogos “socialistas”, “comunistas”, “subversivos”, etc.
¿Y qué son los teólogos? ¿No son a caso los teólogos los ideólogos de la iglesia?

Hago referencia a la iglesia para citarla como ejemplo, y por la importante presencia que ha tenido en nuestra sociedad a lo largo de su historia. Pero desde luego que hay muchas otras ideologías además de la religión católica. Hay no obstante una razón adicional:

La acción desestabilizadora desarrollada principalmente por los grandes colegios privados católicos a nombre del “no al Currículum Bolivariano”, con el pobre y desgastado pretexto de luchar contra la “ideologización” o “adoctrinamiento” de niños y adolescentes.

Cada año nos encontramos con nuevos “motivos” (léase excusas) para generar situaciones de caos social que desemboquen finalmente en la muerte política y/o física del presidente, y por consiguiente en la muerte del proceso revolucionario. Dichas situaciones son orquestadas por los sectores dominantes de la sociedad representados por los partidos “Un Nuevo Tiempo”, “Primero Justicia”, “MAS”, y unas pocas organizaciones políticas, que se valen de grupos fascistas (como “Bandera Roja” en las instituciones educativas públicas) para intimidar a los sectores populares, y crear la ficción de una supuesta “rebelión” del pueblo contra lo que ellos denominan “la dictadura” o “régimen”. El desenlace al que siempre aspiran: Un levantamiento militar de corte fascista.

En 2007 justificaron su accionar mediante una serie de protestas dirigidas contra la cancelación de la antigua concesión de la que gozaba RCTV para el uso exclusivo de una parte estratégica del espectro radioeléctrico perteneciente a la nación. Después continuaron con el sabotaje a la iniciativa presidencial de reformar la constitución nacional, el tema con el que se inicia de nuevo las actividades académicas en los distintos centros de estudio que se encuentran bajo el control de los conspiradores, es no sólo una ley, sino la nueva orientación que se ha planteado para la educación venezolana (y eso que no hemos dado aún los pasos más revolucionarios, como la creación de los Consejos Populares Estudiantiles).

Ahora bien. Lo menos que podemos hacer es aprovechar los ataques que está lanzando nuestro adversario político pro-imperialista a nombre de su falsa “lucha” contra la “ideologización” como una nueva oportunidad para discutir de la manera más amplia posible, y con seriedad, qué tipo de ideología es la que realmente defienden, por una parte, quienes estamos a favor del proceso revolucionario, y por otra parte, los que se oponen a él.

Los voceros de la oposición rechazan cualquier iniciativa estratégica del gobierno bolivariano, empezando por la palabra “revolución”, que la derecha se ha encargado de desprestigiar desde mucho antes del nacimiento del proceso revolucionario bolivariano, atribuyendo un significado negativo al término, como si fuese sinónimo de “desorden” y “ruido”. Es decir, un simple “revolcamiento” loco de las cosas, cuando de lo que se trata es de dar un paso definitivo hacia adelante, lo suficientemente grande, para salir del abismo. Una revolución tiende a remover las raíces de un orden anterior decadente y descompuesto para dar surgimiento a un nuevo orden social, y para ello debe apuntar hacia un cambio profundo de cultura.

La diferencia esencial entre la izquierda y la derecha, radica en que la izquierda es eficaz cuando logra hacer lo que predica, por lo menos en su mayor parte. Con la derecha pasa exactamente lo contrario: Tiene éxito siempre y cuando le haga creer a la mayor cantidad de gente posible, que busca la libertad, la paz y la prosperidad “para todos”, cuando su objetivo real es conservar e incrementar los privilegios de unos pocos.

Para los que están totalmente a favor de que se gobierne contra los intereses del pueblo (así se define de manera breve y sencilla la derecha), son válidas las revoluciones cuando sirven para llenar aún más las alforjas de los ricos, como fue el caso de la Revolución Industrial, la cual, como es sabido, dio origen hace casi tres siglos, al sistema capitalista, y, sin irnos tan lejos, la revolución de las telecomunicaciones que se está viviendo en la actualidad. Pero hay que ver como detestan las revoluciones sociales cuando las viven de cerca. Es decir, cuando los débiles de siempre deciden de una vez por todas, dejar de serlo, y se avizora entonces la posibilidad de que asuman las riendas de un país, no sin antes sentar las bases mismas de una nueva civilización.

Elaborado por: Gustavo Hedmont.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Riesgo, regulación y crisis del capitalismo


A propósitos de las notas económicas de David Cuevas


Cada cierto tiempo en las ciencias sociales y en el sentido común mediático hay términos que se ponen de moda. Hace unos años, durante los noventas, la palabra Globalización era con toda seguridad la de uso más corriente en las ciencias sociales, pero también un poco en eso que por costumbre solemos llamar “la opinión pública”. Y es que de algún modo, no había sociólogo ni economista, pero tampoco político ni periodista y en realidad casi cualquier persona que no se refiriera a ésta como un fenómeno evidente, independientemente que se tuviera una actitud optimista o escéptica ante sus implicaciones.


De la misma manera, hoy día, un término un poco más sombrío ocupa espacios importantes en la jerga de las ciencias sociales y económicas, pero también, a partir de la ocurrencia de no pocos fenómenos más o menos traumáticos, en el espíritu mismo de nuestros tiempos: el Riesgo. Se habla hoy incluso de la existencia de una Sociedad de Riesgo, caracterizada por los riesgos ambientales, tecnológicos, de salud y ahora también económicos o financieros. Lo particular de esta categoría, sin embargo, es que no viene sola. Sino asociada casi automáticamente a dos vocablos, uno de ellos es el de Crisis y el otro el de Regulación. De manera tal, que los tres conforman en la actualidad un eje analítico que sirve a los expertos, tanto los de izquierda como los de derecha, para explicarnos a nosotros la realidad del mundo de hoy, la de eso que por comodidad llamaremos el capitalismo global avanzado y cómo deberíamos hacer para mejorarla, si es que quisiéramos hacer tal cosa.


En el caso de la problemática ecológica esto es extraordinariamente evidente: se comienza diciendo que la tecnología asociada al modo de producción capitalista genera riesgos, los cuales se hacen tanto más peligrosos en la medida que carecemos de regulaciones efectivas. En tal medida, para evitar las crisis ecológicas que nos amenazan, lo que hay que hacer es, justamente, regular bien, de manera tal que se concluye como propuesta el conducir los modelos de desarrollos hacia estilos sustentables, sostenibles y de ser posible verdes.


Pero es tal vez en la economía, especialmente a partir de todo lo ocurrido con las finanzas mundiales, donde esta perspectiva alcanza un mayor nivel de sofisticación. En este caso, se dice que la crisis mundial es el resultado de la ambición de los inversionistas, de los riesgos asociados a la especulación financiera, pero sobre todo de la ausencia de mecanismos regulatorios que o nunca se crearon o fueron desmontados a partir del fin de los acuerdos de Bretton Woods, la popularización de los mercados de capitales globales y las privatizaciones. Si se es un poco más de izquierda, se dice también que todo esto anterior es expresión de las nuevas formas de dominación mundial del capital financiero, especialmente el norteamericano, que además utiliza todo ese capital, por lo general ficticio, para financiar sus déficit comercial y mantener su hegemonía.


Sin embargo, lo que quisiera plantear acá para la discusión es que esta explicación tan convincente y por lo demás acertada en los fenómenos que describe, implica al menos un problema: que en el momento en que asumimos la trinidad Riesgo – Crisis – Regulación para explicarnos los males del capitalismo contemporáneo, estamos aceptando las coordenadas ideológicas que éste nos impone. Aceptamos, incluso de modo inconciente, que el capitalismo tiene crisis, y que estas crisis se pueden evitar si se regulan bien sus riesgos asociados.


En base a lo anterior, pareciera más sensato plantearse una vuelta a lo básico capitalista, entendiendo por tal el asumir que el capitalismo más que generar riesgos por excesos se caracteriza por establecer a priori un orden de vida precario en la medida en que funciona en base a una lógica interior bien definida: la lógica de la acumulación del Capital. Por esta razón, carece de todo sentido plantearse modelos de desarrollo “sustentables” o que “respondan a los intereses humanos” en los marcos de una economía capitalista. Pues por más regulada que ésta sea, por más que se quiera poner al servicio de la sociedad, la lógica inmanente que termina imponiéndose es la del Capital.


Así las cosas, lo que solemos llamar entonces “crisis del capitalismo” no sería por tanto una crisis sino algo muy distinto, y si se quiere peor: un ajuste en los regímenes de acumulación a través de los cuáles se efectúa el Capital. En tal virtud, como bien demuestra el caso actual, la crisis del régimen es a la postre el triunfo del Capital y la instauración de un nuevo régimen también temporal que después será reemplazado por otro más. En este sentido, las medidas recientemente anunciadas por Obama y las que ya de hecho se han venido aplicando en Europa o el renovado protagonismo del FMI, aparecen como señales claras de los acomodos necesarios ocurridos en la maquinaria capitalista para seguir funcionando mejor, a expensas de la humanidad.



Elaborado por: Luis Salas.