lunes, 5 de octubre de 2009

Pensando con el genio Deleuze…

…Tracé unas líneas o coordenadas que me permitieron responder la pregunta ¿cómo investigar los imaginarios sociales?. Constituyó uno de los mayores retos que me he trazado hasta ahora como profesional, desafié mi esquema “del cómo analizar e investigar” instituido durante tantos años por la academia psicológica y psicoanalítica. Puedo afirmar que me permití “estallar”, me hundí con placer en el pensamiento de Deleuze… tan excitante, droga para mis sentidos.

Así, tomando del lenguaje foucaultiano el concepto “caja de herramientas”, el cual es, para mi proceso elucidatorio la máxima estrategia, liberadora en sí misma, pues no se trata de disponer de un marco teórico previo para “interpretar” los hechos, si no más bien de disponer de un conjunto de autores con los que pensemos desde un campo de problemas, me dejé llevar a aguas profundas de la mano de Deleuze.

Es relevante para mí señalar, que “Interpretar los hechos” es una categoría que, en sí misma, implica una acción alienante, provista de infinitos aspectos contaminantes, pues partiendo del hecho mismo de que quién interpreta trae consigo sus propias ideas y significaciones, entonces nos preguntamos a quién pertenecerían entonces éstas producciones, si no que al mismo investigador, que jugó y juzgó tener el conocimiento absoluto de las cosas. “No se trata de cuantificar ni de medir las propiedades humanas, sino de problematizar los acontecimientos humanos por una parte, y por otra, de desarrollar como acontecimientos humanos las condiciones de un problema”.[1]

De este modo, pensar desde un campo de problemas implica abrirse a complejos procedimientos elucidatorios, manteniendo siempre preguntas abiertas que operan como recurrencias, advirtiéndonos sentidos. Deleuze dijo a Foucault “no hay corazón…sino un problema, es decir, una distribución de puntos relevantes; ningún centro, pero siempre descentramientos, series con, de una a otra, la claudicación de una presencia y una ausencia – de un exceso y un defecto”[2]. Así que, pensar desde un campo de problemas, significa dejar de pensar en el sujeto y en el objeto, dejar así de psicologizar lo social que lleva a su menosprecio al sintomatologizarlo, también dejar el inútil juego determinista que supone el objeto, que nos aleja de la abundancia de lo impalpable, imponiendo sus lógicas razonables inscritas en interminables y determinables sistemas y conexiones, y que nos alejan de la esencia misma del fenómeno social: “el acontecimiento”.

Pensar problemáticamente, entonces, sería pensar el acontecimiento, que en el límite de los cuerpos profundos, es un incorporal, los sentidos del verbo, supone pensar el límite de lo que se sabe, condiciones de posibilidad, lo que deviene y/o devenir ilimitado, presente infinito sin pasado ni futuro. En el acontecimiento hay una declinación de las causas, este efecto no es aquello que surge de una causa específica, sino la producción misma de un sentido posible dentro de un marco singular. Vivir, pensar, es siempre un encuentro, un acontecimiento, sin que podamos dar razones de éste[3], es decir, no es codificable en términos de una logificación que lo concrete y lo comprenda.

Deleuze así lo expone en su texto: “El acontecimiento es coextensivo al devenir, y el devenir mismo, coextensivo al lenguaje; la paradoja es pues esencialmente «sorites», es decir, serie de proposiciones interrogativas que proceden según el devenir por adiciones y recortes sucesivos. Todo ocurre en la frontera entre las cosas y las proposiciones”[4].

Entonces, dado un acontecimiento, se plantea un campo de preguntas infinitas, y así una lectura de ellas, “un modo de lectura que rodea sin decir”[5], que distinguiendo y puntuando las insistencias que devienen así en el acontecimiento, se consigue trazar líneas de sentidos, fisuras que se abren y que posibilitan la visibilización de las insistencias. Para investigar imaginarios sociales, finalmente, se plantea la cuestión crucial: “suspensión de la comprensión”[6] como un recurso tecnológico que abandona la lógica racional que comprende, así, se “vuelve posible leer algunas de las significaciones que circulan simultáneamente en todas las dimensiones posibles de su complejidad”[7].

Elaborado por: Carolina Árias Adrián.


[1] Deleuze, G. “Lógica del Sentido”.
[2] Foucault, M. “Theatrum Philosophicum”.
[3] François Zourabichvili, Deleuze, una filosofía del acontecimiento, Argentina, Amorrortu.
[4] Deleuze, G. “Lógica del Sentido”.
[5] Fernandez, A.M. “Lógicas Colectivas” Imaginarios, Cuerpos y Multiplicidades. 2007.
[6] Ídem.
[7] Ídem.

1 comentario:

  1. Carolina, me gustó mucho tu artículo. Muy bien elaborado y bastante pedagógico. Me parece excelente que se escriban textos como éste. Así que adelante y a seguir escribiendo.

    Isaías Cañizález Ángel

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